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Fermin Muguruza cumple cuatro décadas de carrera musical con Kortatu, Negu Gorriak y en solitario. Y lo celebra a lo grande con una gira que pasará en enero por Tenerife y Barcelona (Palau Sant Jordi); en febrero por Madrid (WiZink); en marzo por Santiago (Fontes do Sar), París, Burdeos, Toulouse y Marsella; en abril por Zúrich, Londres y Dublín; en mayo por Mérida, Berlín, Santiago de Chile, Montevideo, Buenos Aires, Bogotá y Ciudad de México; en junio por Roma y Donosti; en julio por Tokio y, como cierre, en octubre en Pamplona.
A Muguruza le marcó el concierto que vio de The Clash en Anoeta en el verano del 81. “Ahí fue cuando me di cuenta de que se pueden cambiar las cosas a través de la música“, confiesa. Charlamos con él de su trayectoria y de su activismo. No se corta un pelo.
Me ha costado mucho llegar a este punto de estar animado, ha sido todo un proceso de años. Venía de la muerte de mi hermano; es algo parecido a que te pase un tren por encima. Fue el 5 de septiembre de 2019 y a los seis meses llegó el confinamiento. He tenido un duelo muy largo, de muchos años.
A principios de año empecé a pensar que este 2024, precisamente, es el 40.º aniversario de la maqueta de Kortatu. Y dije ‘o salgo ahora a hacer algo, a hacer una revisión de toda mi vida, un viaje musical por todo mi repertorio, o igual ya no salgo’. Mi mánager, Amaia Apaolaza, ha muerto hace nada, y llevaba toda mi vida conmigo. También se ha muerto el diseñador Carlos Undergroove, que también llevaba 25 años junto a mí. Me quedo un poco sin pilares, los diques de sujeción más cercanos se me han caído. Entonces, dije ‘sigo vivo, me siguen intentando callar y no me voy a callar’. Voy a salir, voy a celebrar esto, y encima lo voy a hacer a lo grande, pero desde el punto de vista independiente. Y luego, para hacer el repertorio, el único criterio que impuse era que hubiera una canción de cada disco. De algunos discos habrá más. Pero al menos una canción de cada disco.
Los cantos de sirena y la tentación del diablo siempre están ahí. Hubo momentos más fuertes, con Kortatutuvimos varias ofertas. Con Negu Gorriak, por ejemplo, cuando estábamos editando a Zebda, Warner Francia nos ofreció editarnos allí a nosotros. Luego, cuando tenía Brigadistak, en solitario, Virgin apretó mucho también, aquí y desde París, porque tenían a Manu Chao. Por muchos sitios he tenido ofertas, pero yo he seguido así. Ahora tengo muchos amigos en las grandes promotoras, y para mí habría sido mucho más fácil, mucha más tranquilidad y no esta locura que he tenido estos meses de estrés, hasta que salimos a anunciar la gira. Y, sin embargo, dije que no. Apuesto por esta gente de Mauka, también para ellos va a ser una gran formación. Y para mí, aunque sé mucho de lo que es todo esto por estos 40 años. En los últimos han cambiado muchas cosas, pero podemos demostrar que esto funciona con una estructura independiente.
La verdad es que siempre hay cosas muy dolorosas. Pero mucha gente viene y dice ‘estamos peor que nunca’. Y dices ‘igual no te acuerdas de lo que pasó en tus años’. Ahora está habiendo un genocidio total, pero es que la usurpación de Palestina lleva décadas. La revolución siempre es permanente, nunca hay un momento en que se va a estancar. Porque si se estanca, se empiezan a burocratizar las cosas. Y hay que intentar que esa burocracia sea lo más lineal posible. La gente que venimos de la militancia política y la militancia también de centro cultural lo tenemos claro. La vida es dura, pero a la vez también, como comentaba mi hermano Íñigo parafraseando a Tom Waits: “La vida es hermosa y a veces es triste y hermosa”. Es dura y es hermosa también.
Obvio. La música es, de todas las artes, la que tiene la posibilidad más grande de tocar las teclas de las emociones. Además, también es intergeneracional. Defiendo el derecho a la fiesta, por eso voy a hacer ese símil cómo cuando los Beastie Boys cantaban eso de: “hay que luchar por nuestro derecho a la fiesta’. Viniendo del País Vasco, la fiesta siempre ha sido comunidad, unión y símbolo. Ese tejido social también se crea alrededor de la fiesta y de los conciertos de los tuyos. Estos conciertos también van a provocar eso.
“La música es, de todas las artes, la que tiene la posibilidad más grande de tocar las teclas de las emociones”
No, no me interesa. Yo soy independiente. Sí que hace 20 años, en la tregua de Lizarra Garazi, fui en una lista, pero era a nivel simbólico, creo que en el número 9. Fui en la lista de Euskal Herritarrok, que fue la marca que salió en ese momento. Todo el mundo sabe que yo apoyo a EH Bildu, pero siempre desde mi punto de vista, desde la corriente más anarquista que podemos representar la mayor parte de los artistas, que odiamos las jerarquías y todo lo que sea autoritarismo y disciplina de partido. Venimos además de una corriente alternativa con un alma muy potente, de los Gaztetxes, asambleas de jóvenes, de las decisiones asamblearias, dentro de ese grupo que también apoyamos a EH Bildu, pero tenemos el sector más independiente, igual, más anarco, más artista. Es una coalición, y nosotros somos independientes: muchas decisiones las vamos a criticar públicamente.
Cada uno en su campo. Mira, Jean Paul Sartre dijo la famosa frase ‘el fascismo no se discute, se le destruye’. Mucha gente la utiliza, pero estamos atravesados siempre por el contexto. Eso lo dijo en un momento muy concreto. Pero, sin embargo, al fascismo hay que discutirlo. Y además no es el fascismo, es la gente que está desencantada, que está harta, porque está escuchando todo el día el mismo discurso.
Hay que volver a discutir con todo el mundo. Y dar más cultura. La cultura, precisamente eso es lo que hace. Y no solamente la cultura (música, y todo tipo de cultura), el humor y la fiesta. Hay que volver otra vez a ese tipo de cuidados de comunidad. Para mí esa es una de las grandes claves. Luego, por supuesto, una unidad popular, unidad de acción. O sea, estar todo el día como el perro y el gato, lo típico que ha pasado siempre con las izquierdas, es tan lamentable. Pues hay que llegar a programas comunes, de mínimos incluso, cuando vemos que sube la extrema derecha. A nivel musical se han conseguido siempre muchas cosas. Lo que era el rock contra el racismo. Todo este movimiento del movimiento punk, con el revival del ska, que se dedicaron a hacer conciertos en Inglaterra, en el momento que estaba subiendo el National Front, eso fue un gran revulsivo y contagió a todo el mundo, convenció a la gente. Entonces hay que tirar del poder de la seducción.
“La gente está desencantada porque escuchan todo el día el mismo discurso”
La discusión y la dialéctica es esa. Hablar de lo que nos preocupa (derechos LGTBIQ, inmigración, feminismo…) y dejar las cosas claras. Tenemos que volver a esa dialéctica y a esa discusión. Mientras haya discusión, también se destruye el fascismo. Mientras haya educación, cultura, programas sociales, programas de cultura y de educación, así se destruye el fascismo.
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