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Tras más de una década sin ofrecer una gira internacional, centrado en sus proyectos filmográficos, Fermin Muguruza se rearma musical, física, mental y discursivamente, y anuncia la celebración de su 40º aniversario como artista, con una serie de conciertos que el irundarra plantea como “ceremonias del abrazo” y “akelarres antifascistas”.
Es la de Fermin una carrera jalonada de hitos, desde la formación de los seminales pioneros del ska-punk, Kortatu, hasta la de los abrasivos visionarios del crossover, Negu Gorriak, para desembocar en una trayectoria en solitario donde el metal se da la mano con el dub, el reggae con el hip-hop y el folclore de Nueva Orleans con el de Euskal Herria. Hablamos con este gigante de la música popular, cuyos posicionamientos políticos y sociales le han acarreado, en más de una ocasión, censura y persecución, y a los que ha respondido siempre con cultura y más cultura.
En Euskal Herria necesitábamos un espacio, el más grande que pudiera haber, porque —después de llenar en minutos dos Miribillas, en Bilbao—, aún teníamos un montón de gente que se había quedado sin entrada, así que decidimos tomar una decisión de alto riesgo, irnos al campo de fútbol de la Real Sociedad, en Donosti. Ya habíamos hecho dieciséis mil personas en Bilbao, que, por supuesto, están repartidísimas, con gente de toda Euskal Herria y también de Madrid, Barcelona, Galicia, París, Berlín…; pero queríamos hacer una cosa sin la presión del sold out, aunque es verdad que la pista de Anoeta ya se ha agotado. Son quince mil y llevamos casi las veinticinco mil entradas vendidas, pero, claro, es que ahí caben treinta y tantas mil… Entonces, sabemos que ahí no vamos a tener ningún problema de aforo. Otra cosa muy chula es que será la primera vez que un músico cantando en euskera va a un estadio de fútbol de ese tamaño. Es más, unos días después de actuar yo, va a estar Bruce Springsteen, en el único concierto que va a ofrecer en el 2025 en el Estado español, y me parece chulo que los dos estemos tocando en el mismo estadio de fútbol, pero es que encima yo estoy cantando en una lengua minoritaria y, además, lo estoy trabajando todo desde la autogestión y desde la música independiente. Donosti, en ese sentido, está muy bien situado —en el epicentro de Euskal Herria— y le viene bien a la gente de Iparralde, Nafarroa, Araba e, incluso, de Bizkaia, pues están en una hora. Además, hay un montón de gente de todos los lados a la que le apetece venir a Donosti, porque saben que eso va a ser una especie de hito histórico, y más, sobre todo, después de cuatro décadas de censura y persecución. Con todo y con eso, hacer un Wizink en Madrid, un Palau Sant Jordi en Barcelona, un Multiusos Fontes do Sar en Santiago o esto de Donosti… pues, es la hostia, es increíble.
Hace unos días, estaba con Ángel Katarain, que es el técnico de sonido con el que llevo desde Kortatu, hablando a nivel técnico, pues estamos muy metidos en la logística de la gira, tanto en lo organizativo como en lo técnico, y me decía: ¿Quién nos iba a decir a noso-tros, Fermin, que después de salir de los gaztetxes íbamos a ir a tocar en un estadio de fútbol? Se moría de la risa. Pero bueno, no es algo tampoco que yo… A ver, en contraposición a eso, os voy a contar una historia reciente muy chula de la que tú, Kike Babas, fuiste testigo y es sobre la importancia que ha tenido para mí siempre lo local, lo micro y, en ese sentido, el barrio. Le doy mucha importancia al hecho de que yo haya salido del barrio en el que siempre he estado y que, para hacer toda esta gira, precisamente la comenzase a hacer en el barrio. Fue este pasado verano, con ese 40º aniversario de Kortatu [Fermin ofreció un concierto por sorpresa, a pie de calle, en un pequeño callejón del barrio de Ama Xantalen, “Mosku”, acompañado por los locales Bad Sound System, N. del A.] y, de repente, nos juntamos allí toda la calle, y lo hicimos, y pude decirme: “Yo he salido de aquí y aquí sigo, y toco sin escenario, en la calle, en las fiestas populares del barrio, autogestionadas”. Aquello fue increíble, la gente me lo recuerda en plan: “Sí, sí, vas a estar por todo el mundo, pero empezaste en el barrio”. Kike, tú fuiste testigo de ese concierto y fue una maravilla, ¿viste la sonrisa de todo el mundo, la euforia?
Generación tras generación. Ya no solo los de la mía, sino incluso los más mayores, que estaban detrás, sentados en las escaleras; gente que, cuando yo empecé con 19 o 20 años, tenía ya 40, y que ahora tiene 80. Lluego todos esos padres con los niños, que los ponían en primera fila. Fue una de esas cosas maravillosas de la vida, que dices: “¡Joder, qué guay haber podido hacer todo esto!”. Y luego el poder hacer esta gira, pero comenzando desde aquí”. Eso, para mí, es quizás lo más importante. Sí que tengo que decir también, y eso ya lo sabéis porque me conocéis personalmente, que ha sido muy difícil lanzarme a hacer esta gira porque ha habido un proceso muy duro tras la muerte de mi hermano, Iñigo [fallecido en 2019, N. del A.].
Eso quizás es lo que más conoce la gente, ¿no? Pero es que, además de la muerte de Iñigo, yo tengo también encima la muerte de la que fue mi manager durante mucho tiempo, la que organizó todas mis giras internacionales, las del 2004, 2007 y 2013, Amaia Apaolaza [fallecida en 2015, N. del A]. Incluso más, si miramos detrás del telón, pues se nos murió también el diseñador, Carlos Undergroove, el año pasado, que era, desde el 2004, el que hacía todos los diseños, incluso de los carteles de las películas. De alguna manera, sentía que mis diques de contención los había bombardeado la dureza de la vida cuando te golpea de esa manera, como me ha pasado en los últimos años. Hubo un momento en el que no sabía si iba a volver a subir a un escenario, a volver a hacer un concierto. He tenido la suerte de tener alrededor a un montón de gente que me quiere mucho y me decía: “Tienes que salir otra vez, tienes que hacer algo. Por lo menos, un repaso de toda tu trayectoria”. Entonces, cuando me lancé a anunciar el primer Miribilla y vi lo que pasó, pues dije: “¡Hostias! ¡Qué pasada!”. Sentir todo ese apoyo, ese cariño, esa fuerza, te empuja para decir: “Tengo que hacer una gira otra vez, tengo que celebrar mis 40 años de vida, de repertorio y de persecución, pero con victoria. Y, al final, voy a volver a los escenarios, pase lo que pase, actuando para miles y miles de personas otra vez”.
Encima, a las pocas semanas de llamarlos a declarar, resultó que Itziar Ituño me dedicó un premio que le dieron en Barcelona, diciendo: “La misma persecución ideológica y el mismo linchamiento mediático que han aplicado contra mí lo están haciendo ahora contra un gran amigo, artista, cantante —también director de cine— que se llama Fermin Muguruza, y al que le voy a dedicar el premio; y, además, voy a cantarme el “Sarri, Sarri” [la actriz había sido objeto de polémica en enero, cuando encabezó la tradicional manifestación anual que pide el fin de la excepcionalidad en la aplicación de penas de cárcel a los presos etarras. N. del A.] ¡Y se puso a cantar el “Sarri, Sarri”! A partir de ahí, fueron otra vez contra ella, a saco. En esa misma semana, el Athletic de Bilbao ganó la Copa y, para celebrarlo, con la charanga de Asier Villalibre, se cantaron el “Zu atrapatu arte” y el “Sarri, Sarri”. Y hala, también fueron contra ellos. Entonces me dije: “Tengo que salir, tengo que armarme otra vez y tengo que anunciar que voy a hacer un concierto”. Fue así un poco el proceso. ¿Me golpeas? Pues vamos a responder con más cultura.
Sí, eso ha sido muy importante, porque saben lo que cantan. Sí que me molestó cuando salió aquella líder del Partido Popular en Valencia, Isabel Boning, diciendo en televisión que le encantaba Kortatu y que bailaba “Sarri, Sarri”, cuando su propio partido es el que se está encargando desde hace años de perseguirme y prohibirme conciertos. Ahí sí salte, monté un poco en cólera, me enfadó, la verdad. Pero, ¿el resto? Sabéis lo que cantáis y lo estáis cantando. A mí me envían vídeos de bodas y celebraciones donde, al final, todo pichiche se pone a bailar la canción, y eso que siempre hay unos cuantos que son un poco de “aquella manera”… ¡Pues míralos cómo bailan! Ja, ja, ja.
Es muy complicado, necesitamos un rearme ideológico y dialéctico, precisamente de esa dialéctica que hemos defendido siempre. De hecho, los artistas tenemos el componente libertario sine qua non porque es la manera de poder crear. Para nosotros es muy difícil aceptar un verticalismo, un autoritarismo o incluso organizarnos en algún sistema en el que haya una especie de obediencia debida, entonces, ese ser libertario, para nosotros es indispensable para poder crear. Y que se nos robe incluso la palabra “libertario”… Pues nos la tenemos que reapropiar, ¿no? ¿Cómo vamos a permitir que alguien se apropie de la palabra “libertario” y que se denomine así, y que haga un concepto como el anarcocapitalismo? Es que eso es uno de los insultos más grandes que nos pueden hacer, uno de los grandes oxímoros. Pero, claro, es que se apropian de esa dialéctica, con ese fango, ese ruido y ese hooliganismo… Eso es el trumpismo, que tiene detrás think tanks, porque no es solo una cosa de que el tipo sea así, es que tiene un montón de think tanks, de gente inteligentísima que estudia estadísticas para ver índices de aceptación, de ver qué crea alarma social y, según eso, van preparando los discursos. Sin embargo, también es cierto que quizás nosotros, los que trabajamos en la cultura, tenemos más herramientas porque tenemos un momento de satisfacción cuando estamos en contacto directo con el público y sabemos que, en ese momento, de repente, hay una sonrisa, hay un abrazo, hay una celebración de esa vida que necesitamos y eso es lo que a mí me ayuda a tirar adelante.
FERMIN MUGURUZA. 40 URTEURRENA.
CONCIERTOS EN EUSKAL HERRIA.
17 – DICIEMBRE – 2024
Sala Atabal. Biarritz.
Tributo a Iñigo Muguruza
20 – DICIEMBRE – 2024
Bilbao Arena (Miribilla). Bilbao
21 – DICIEMBRE – 2024
Bilbao Arena (Miribilla). Bilbao
14 – JUNIO – 2025
Reale Arena (Anoeta). Donosti
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