Se cumplen treinta y cinco años de “Kortatu”, el LP homónimo con el que el trío de Irún debutaría en 1985. Recordamos aquel álbum con el que Fermín, Iñigo y Treku cambiarían el panorama del ska punk para siempre.
mondosonoro → Cuenta la leyenda que los hermanos Muguruza decidieron montar su propio grupo después de acercarse a ver a The Clash a San Sebastián y a The Beat a Bilbao desde su Irún natal, el municipio que, a orillas del río Bidasoa, sirve de frontera entre Guipúzcoa y Francia. El punk social y político fusionado con todo tipo estilos (rockabilly, reggae…) de los de Londres y el ska de los de Birmingham desde luego marcaría el sonido de lo que se traían entre manos. Ambos eran universitarios por aquel entonces, y cuando Fermín regresó de estudiar Pedagogía, Filosofía y Sociología en Salamanca, Iñigo dejaría Periodismo para dedicarse de lleno a la música.
Iñigo, que ya venía de tocar en Desband (que después se convertiría en Beti Mugan), se encargaría de dibujar sus características líneas de bajo y hacer coros. Fermín, además de asumir la voz principal, se metería en un camión que iba hasta Londres para comprarse su guitarra Telecaster. La tercera pata del banco fue inicialmente Mattin a la batería, con el que montarían el trío en 1984. Este último apenas tardaría un año en cambiarle el puesto a Javier ‘Treku’ Armendariz, baterista de Cremental. Los miembros de aquel grupo decidieron irse a probar suerte a Londres mientras estudiaban inglés, así que Mattin se enroló con ellos hacia Reino Unido y Treku se quedó con los hermanos Muguruza hasta el final de los días de la banda.
Así nacía Kortatu. Existen diversas teorías sobre el origen del nombre, pero el propio grupo apuntaba en esta entrevista para la revista Muskaria a una foto que vieron en los periódicos: “Ahora no sabemos exactamente quién es. Pensábamos que era un casero que defendía su caserío con una escopeta para que no pasara la autopista y se liquidó con sus cartuchos a un par de picoletos antes de que se lo cargaran a él. Nosotros admiramos a Kortatu”.
En sus maquetas ya incluirían temas insignia, como las versiones “Hay algo aquí que va mal” (adaptación de “Doesn’t Make It Alright” de The Specials), “Mierda de ciudad” (adaptación del “Drinking And Driving” de The Business) o la original “El último ska de Manolo Rastamán”, una de las primeras composiciones de Fermín e Iñigo (coautores de la mayor parte del repertorio de Kortatu). Estas dos últimas, junto a “Nicaragua sandinista”, fueron las elegidas para el famoso “Disco de los cuatro”, el split grabado a finales de 1984 y publicado por Soñua en 1985.
Soñua fue el sello que Marino Goñi montó en los ochenta para lanzar a los grupos del denominado “rock radical vasco”, etiqueta que creó junto a José Mari Blanco (ex mánager de La Polla Records) y que tantos quebraderos de cabeza les daría (Eskorbuto y otros tantos no tardaron en renegar y arremeter contra ella y sus creadores, pero esa es otra historia). Antes de decidir si grababa un disco a cada uno, Goñi probó a editar un compartido por Kortatu, Cicatriz, Jotakie y Kontuz-Hi!, a razón de tres temas por grupo y dos grupos por cada cara del vinilo. El éxito de Kortatu y Cicatriz fue indiscutible y se extiende hasta nuestros días. El de los otros dos grupos no tanto, como recordaba en 1995 el propio cantante de Cicatriz, Natxo Etxebarrieta: “Fue como una experiencia, lo de Hontuz-Hi! y Jotakie no funcionó, pero Cicatriz y Kortatu le funcionó de puta madre. Es más, todavía se siguen vendiendo discos de ese disco compartido” (palabras extraídas del libro “Cicatriz: Eternas cicatrices”, de Juan Carlos Azkoitia).
El power trio empezó a subir como la espuma, tocando por todo el País Vasco a lo largo de aquel 1985. También lo harían en Madrid y Barcelona. Pero uno de sus conciertos más recordados de aquel año fue el que dieron junto a Barricada en la cárcel de Martutene (San Sebastián) el 31 de mayo. Más que por la actuación en sí, por la fuga que los presos etarras Joseba Sarrionandia e Iñaki Pikabea protagonizarían semanas después, el 7 de julio. El cantautor Imanol Larzabal tocó en la penitenciaría para celebrar San Fermín, y ambos reos consiguieron escapar escondidos en sus bafles al final del concierto.
Se especuló con que Kortatu y Barricada hubiesen estado implicados en la rocambolesca fuga, pero tal y como recuerda Anje Ribera en su blog Música Callada, el propio Fermín explicó tiempo después que todo aquello se estaba preparando desde tiempo atrás y que poco tuvieron que ver: “Conocimos a Sarri y otros presos políticos, y bromeamos con la idea de que se fugaran en las fundas de nuestros instrumentos, sin saber que ya estaban preparando su evasión”. No obstante, celebraron el acontecimiento con “Sarri, Sarri”, versión del “Chatty, Chatty” de Toots And The Maytals. Varias generaciones han chapurreado su letra (escrita por los hermanos Lurdes y Josu Landa, con la colaboración del cantautor Ruper Ordorika) sin tener ni idea de euskera y sin saber que, en realidad, hablaba de la hazaña:
“Irratikoak han ziren
Emititzen zuzenean
Paella jango zutela
Eta Piti eta Sarri bere muturretan
Saltzan zeudela konturatu gabeak.
Sarri, Sarri, Sarri, Sarri, Sarri, Sarri”
“Hoy andaban los de la radio
Emitiendo en directo
Que comerían paella
Y Piti y Sarri delante de sus narices
Andaban tramándola, sin darse ni cuenta.
Sarri, Sarri, Sarri, Sarri, Sarri, Sarri”.
Hasta grabaron un videoclip para la ocasión, en el que enseñaban a su público cómo funcionaba aquello de bailar ska. Se lanzó un mes antes del álbum para calentar motores, pero no adelantemos acontecimientos.
Al igual que el “Disco de los cuatro”, su ópera prima se grabaría en los Estudios Tsunami de San Sebastián, lugar donde se perpetrarían otros álbumes míticos de la época. Marino Goñi ejercería como productor y técnico de sonido junto a Josean López, responsable del silbato que suena en “Nicaragua sandinista” y que fallecería en un accidente de tráfico poco después de grabar el “Anti Todo” de Eskorbuto en 1986.
Por allí, además del trío de Irún, se pasaría un buen número de colaboradores y amigos afines para poner su granito de arena. Por la parte instrumental, aparte de las guitarras que Iñigo le doblaría a Fermín, Javi ‘Tronpetari’ aportaría con su trompeta los vientos en “Tolosa, iñauteriak”, “La cultura”, “Nicaragua sandinista” y “La familia Iskariote”. J.C. Irizar metió la pianola en la intro de “Mr. Snoid entre sus amigos los humanos”, y Jesús Soldevilla la percusión en “Desmond Tutu” (primera incursión en el dub). Por su parte, meterían voces Gari (“La familia Iskariote”) y Carolo (introducción en “Desmond Tutu”), además de los coros de Víctor (Vómito Social), Marino y Patxi (ambos de Fiebre) en “Mierda de ciudad” y “Jimmy Jazz” (versión de sus queridos The Clash).
Se grabaron un total de trece temas, rescatando entre ellos “Nicaragua sandinista” del “Disco de los cuatro”. Las otras dos del split, “Mierda de ciudad” y “El último ska”, se añadieron al final como bonus tracks en la reedición de 1998 que Oihuka (sello que Goñi creó en 1987 al cerrar Soñua) lanzó en CD. Dos años más tarde reeditaría también el disco cuádruple al completo.
Se lanzó en octubre de 1985, siendo reconocido mejor disco del año por los diarios Egin y El Diario Vasco y la revista especializada Muskaria. La foto del periódico de aquel casero que motivó el nombre de la banda ilustró también la portada, según contaba Fermín en la mencionada entrevista a Muskaria: “Dijimos: ‘ésta para la portada de nuestro disco’. Tengo unas orejas muy grandes e Iñigo una nariz de bastante tamaño. Estaba claro, era la simbiosis”. El diseño de la carpeta corrió a cargo de Txabi, con ilustraciones y viñetas de los cómics que habían inspirado temas como “La cultura”, “Mr. Snoid entre sus amigos los humanos” (ambas basadas en historietas de Robert Crumb) o “Don Vito y la revuelta en el frenopático” (personaje que Montesol dibujaba para la revista Makoki).
Roberto Moso, cantante del grupo Zarama, recuerda en su libro autobiográfico “Flores en la basura” el impacto que tuvo esta ópera prima: “En el 85 estalló la bomba Kortatu, sin duda los que consiguieron dar con la maza más fuerte y más certera hasta hacer sonar el ‘gong’ internacional (…). Eran simplemente irresistibles. Sus canciones nunca tenían una nota de más, sus letras jamás se excedían de lo que estrictamente querían contar”.
Sus actuaciones irían en aumento, a menudo junto a grupos afines como Cicatriz, Zarama, La Polla Records o Barricada. En 1986 darían sus primeros conciertos por el resto de Europa: Suiza, Alemania y Países Bajos. Pero su éxito también cruzaría el charco y se extendería por América, tal y como explica Diego Cerdán en el libro “Eskorbuto: Historia triste”: “Los sonidos del rock radical vasco llegaron allí con un lógico retraso debido a que los derechos de los discos estaban en manos de discográficas independientes que ni siquiera podían llegar a todos los rincones de nuestro país (…). Así fue como a finales de los ochenta y en los primeros noventa, Eskorbuto, La Polla Records y Kortatu llegaron a tener auténticas multitudes en México, sobre todo”.
Aquel trabajo transmitía rebeldía y diversión por partes iguales. A pesar de las diversas colaboraciones, reflejaba la frescura de un trío sin florituras innecesarias. Con un innegable espíritu punk y una indisimulada simpatía por el Oi!, introducían los ritmos skatalíticos de forma pionera por estos lares, dando el pistoletazo de salida al subgénero del ska punk ibérico con el que Ska-P conseguiría el éxito comercial años después.
Sus ritmos jamaicanos y sus aires juveniles (apenas eran unos veinteañeros) no se reñían con sus duros mensajes de crítica política y social. No solo de lo que pasaba en el País Vasco (“Hernani 15/6/84”, “Tolosa, iñauteriak”…), también prestando atención al panorama internacional (“Nicaragua sandinista”, “Desmond Tutu”). Su incipiente euskera completó dos de los temas, “Sarri, Sarri” y “Zu atrapatu arte”. A medida que los Muguruza lo fueron aprendiendo y mejorando, le iría ganando terreno al castellano en cada entrega discográfica, hasta que fue la única lengua utilizada en su tercer y último disco de estudio, “Kolpez kolpe” (1988). Era el momento de terminar de expandir sus influencias hacia otros estilos. Era el momento de Negu Gorriak.
Los músicos recuerdan “Kortatu”:
Hemos preguntado a los músicos de la escena cómo recuerdan la primera vez que escucharon “Kortatu”. Esto es lo que nos han contestado.
Roberto Moso (Zarama): “Cuando salió aquel disco, Kortatu ya eran un grupo con muchos seguidores. Sus conciertos, siempre bulliciosos y muy bailongos, podían llenar un frontón o salas como el Gaueko o el Garaje. Sus tres temas grabados en un disco colectivo ya sonaban por todas partes. Pero aquel disco hizo volar las previsiones más optimistas. De pronto Kortatu estaban por todas partes y a todo el mundo le encantaban. Verles sin aglomeraciones se convirtió en algo imposible. Una banda de tres chavales de Irún, aficionados al ska hardcore, se convirtió de pronto en un fenómeno de masas. En el tasko de Santurtzi donde nos reuníamos nosotros ya conocíamos la mayor parte de las canciones, gracias a maquetas que yo le fusilaba en la radio a Pablo Cabeza. Para mí aquel disco está asociado a una etapa muy agitada de mi vida, quizá sea por eso que le tengo un cariño especial. Marcó un claro antes y después y puso a Euskal Herria en el mapa musical de Europa”.
Juan Abarca (Mamá Ladilla): “En realidad la primera vez que escuché este disco no se trató del disco mismo. Tenía yo diecisiete o dieciocho años, estaba estudiando COU, y mi compañero de mesa (de Bilbao para más señas) se puso a cantar bajito, pero frenéticamente, aquello de “Lo siento, no lo puedo remediar, tu cara de culo nunca podré aguantar”. En aquel momento estaba un poco saturado de escuchar heavy y necesitaba salir de tanta seriedad. Necesitaba escuchar letras que hablaran como la gente que había a mi alrededor, no como príncipes valientes que matan dragones. Así que solicité raudo a mi compañero la referencia de lo que había cantado. No me arrepentí, lo devoré durante meses, años. Con ese disco aprendí a tocar ska. Todavía lo uso con algunos alumnos cuando quiero poner ejemplos de líneas de bajo jodidamente perfectas”.
Fernando Madina (Reincidentes): “Escuchar el primer disco de Kortatu me produjo una sensación parecida a cuando escuché el primero de La Polla y de Hertzainak. ¡No había escuchado todo eso en castellano ni euskera! Era un sonido súper fresco, y con una actitud política que coincidía totalmente con lo que sentía por aquella época. Inmediatamente me identifique con aquella rebeldía”.
Manolo Kabezabolo: “La primera vez que escuché Kortatu recuerdo que fue en el Paradys, y además era el cumpleaños de alguno de la peña. Estaríamos cerca de veinte personas todos de tripi, y, por supuesto, desde el primer tema moló mucho. En el tema de “Revuelta en el Frenopático”, al principio entendíamos “la asamblea demacrada” en vez de “de majaras”. Pude verlos en directo tres veces y es uno de mis discos favoritos. “Sabotaje, rebelión, desobediencia, agitación””.
Juankar (Boikot): “Año 85, una de mis primeras salidas parranderas fuera de Madrid. Aprovechando que entonces nuestro batería era de Hondarribia decidí pasar con él en su casa unos días. Días de bares míticos como el Nagent, buena música en las calles, aunque éramos muy jovencitos no nos cortábamos en salir a nuestro rollo por algunos bares del paseo y del casco viejo o bajar a Irún para terminar en el Moskú. Localidades muy tocadas por el paro, la droga y la represión de las porras. Pueblos en los que vivimos con miedo aquellas manis que terminaban en el agua tras correr delante de los verdes por el espigón de Hondarribia, se respiraba en blanco y negro y se cantaba una canción, un grito de guerra. Y fue en el gaztetxe de Hondarribia donde pudimos ver por primera vez y bailar hasta que nos salieron ampollas en los pies (aquellas Dr. Martens no eran mi numero) “Sarri, Sarri”, “Todo este sábado”, “Revuelta en el frenopático” o la locura que nos marcó hasta nuestros días y versioneada por nuestra parte : “Zu atrapatu arte”, quizás como un día escuché, una de las canciones de rock más versioneadas en diferentes idiomas”.
Fabi (Penadas Por La Ley): “Compré una cinta pirata grabada muy malamente a principios de los noventa en el Parque Rivadavia (Buenos Aires, Argentina). Allí llegaba material pirateado de todo el mundo. Y cuando lo escuché por primera vez, a pesar de lo mal que se escuchaba, ¡me voló la cabeza!”.
Jaume Esteve (batería de Manolo Kabezabolo, agencia Comunica N’Roll): “Estaba en 6º de EGB y me pasaron una cinta Basf con “Salve” de La Polla Records en una cara y en la otra el primer disco de Kortatu. Cuando escuché esa guitarra seguida del mítico “Revuelta en el frenopático” cual adolescente inconformista y descarado me pareció sensacional, aunque no entendía qué carajo querían decir con eso, “pero molaba”. Y gracias a sus canciones me interesé por qué ocurrió en Hernani, la figura de Desmond Tutu o el Sandinismo, que rápidamente me llegó con el tremendo e imprescindible del casete donde también aparecen Kortatu, “Nicaragua Rock””.
Podri (Rat-Zinger): “Fue el primer disco de rock de aquí que tuve, creo que en el 86. Antes tenía “Never Mind The Bollocks” y una cinta, por una cara el “Totally Exploited” y por la otra el recopilatorio británico “If The Kids Are United”, lo que me permitió, en una era sin Internet, hacer un trabajo de arqueología para ir consiguiendo material de los grupos que lo formaban. Angelic, Cockney, The 4 Skins, GBH… Así que lo primero que mamé fue ese maravilloso ruido extranjero. Luego llegó Kortatu, y “No te muevas” de RIP. Ese disco de Kortatu es una de las piezas a las que le tengo más cariño. Ambos discos tienen una importancia en muchas cosas en mí, que en aquella época cambió de golpe. Tuve el privilegio de ver a Kortatu en la plaza Nueva, junto con Delirium Tremens y M-ak, creo que en el 87, siendo un mochuelo. ¡Ese fue mi primer concierto! Aquello me voló la cabeza… hasta hoy. Cosa que a Fermín, gran amigo de la banda hoy en día, ya le he dicho, culpándome de haberme convertido en lo que soy hoy en día (risas)”.
El Toubab: “Una tarde, yendo con un colega al Ateneu Llibertari de Reus, donde se reunía un movimiento antimilitarista de desobediencia civil al servicio militar, escuché a un grupo de Irún llamado Kortatu. Fueron uno de mis primeros descubrimientos por cuenta propia, y su primer disco, con ese sonido nuevo para mis oídos, entre punk y ska, con letras que reflejaban el contexto político, cultural y social de Euskal Herria de la época, me abrió la mente en muchos sentidos. Desde entonces, en ese espacio libertario y en las calles de la ciudad, pasé muchas horas de mi adolescencia en compañía de Carlos Undergroove cantando de la primera a la última canción del disco, sin imaginar que, años más tarde, mi amigo acabaría siendo el diseñador gráfico de Fermín Muguruza y mío. Crecimos con Kortatu. Para él, para mí y para una gran parte de nuestra generación éste es un disco imprescindible, porque descubrimos a The Clash por ellos, gracias a la versión de “Jimmy Jazz” con letra de Iñigo Muguruza (fallecido en 2019). Porque podemos cantar de principio a fin “Zu atrapatu arte” sin saber ni una sola palabra de euskera. Porque aprendimos a amar las luchas populares latinoamericanas con “Nicaragua Sandinista”. Porque durante muchos años hemos bailado más pogo con “Sarri, Sarri” que horas hemos dormido un sábado por la noche, y porque treinta y cinco años después seguimos siendo “Sospechosos””.