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Fotos: Iván G. Fernández
Todo comenzó con una foto de archivo en la prensa vasca. Fermín Muguruza (Irún, 1963) descubrió por casualidad la imagen de los gigantes de Iruña desfilando por la Quinta Avenida de Nueva York un 12 de Octubre de 1965. La Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona se unía así a la celebración neoyorkina del Día de la Hispanidad. Sin embargo, en la noticia se advertía un detalle curioso. No todos habían podido participar en el acto: seis de los ocho gigantes, en concreto la pareja de gigantes negros, había sido excluida del desfile debido al racismo vigente en los EEUU.
Un chispazo. A partir de esta pequeña anécdota Fermín comenzaba a investigar y tirar del hilo. En febrero había sido asesinado el líder político Malcolm X y la comunidad afroamericana estaba en pie de guerra en todo el país. En agosto habían tenido lugar importantes disturbios en los barrios negros de Los Ángeles. Muguruza ya tenía el punto de partida de lo que iba a ser “Black is Beltza”, el debut en el cómic, a los 50 años, de alguien que se había educado sentimentalmente en el Irún de los años 80 leyendo cómic underground – “de trazo grueso, siempre anti línea clara”- en El Víbora, Totem y Métal Hurlant, la histórica publicación francesa. Ventajas, esto último, de vivir en la frontera.
Solo faltaba introducir un personaje de ficción para hilvanar una historia transatlántica de música y revolución. ¿Qué hubiera pasado si uno de los mozos encargados de portar los gigantes se hubiera rebelado contra la discriminación racial? Nacía Manex, un joven de Iruña que indignado por el racismo y fascinado por la música Soul, decide dejar a sus compañeros de comparsa, ir a Harlem y pasarse a la lucha revolucionaria. Un chaval que pasa de la rebelión espontánea a la toma de conciencia política en un viaje iniciático que le lleva por todos los escenarios de las luchas anticoloniales convertido en algo así como un agente 007 vasco y de izquierdas.
Publicado en 2014 cómic y convertido en 2018 en largometraje de animación, “Black is Beltza” tiene ahora una continuación, “Ainhoa” (2022), que cuenta las aventuras de la hija de Manex y la revolucionaria afrocubana Amanda. Si la primera parte se sumergía en los movimientos antirracistas y de liberación nacional de los años 60, una década en la que Murguruza era un niño – “no recuerdo la muerte del Che, y no había nacido cuando fue la revolución de Argelia, pero esos años determinaron el mundo en el que voy a crecer” – la segunda parte del cómic y su adaptación cinematográfica, ambos presentados este fin de semana en Xixón dentro del MUSOC, se adentran en un tiempo que ya toca la biografía del fundador de Kortatu. De hecho, él mismo es uno de los personajes del cómic y la película, ya que Amanda viaja a la Euskadi de los años 80 y conoce allí a la histórica banda del rock radical vasco.
Que los personajes de Muguruza viajen tanto no es ajeno a la propia pasión por viajar del autor, que explica en la cafetería del Hotel Asturias, que la música y el cine siempre han sido una forma de
Concebido con un thriller político de Guerra Fría, en este caso de su recta final, “Ainhoa” tiene entre sus temáticas las conexiones entre tráfico de drogas, imperialismo norteamericano y movimientos contrarrevolucionarios. Muguruza, que dicta frases a toda velocidad, tiene claro que esos vínculos existieron, y que para la principal potencia mundial el control del mercado de las drogas es tan importante como el del mercado de las armas o el de recursos estratégicos como el gas y el petróleo. Su hegemonía global también depende de monopolizar los vicios y debilidades humanas.
“EEUU sigue siendo la corporación multinacional de la droga ilegal” explica el músico vasco, para quien afirmaciones como esta se sostienen con la desclasificación periódica de documentos oficiales secretos. Una desclasificación que, aunque con retraso, vendría a demostrar la implicación desde la guerra de Vietnam del Estado norteamericano en negocios relacionados con el narcotráfico. “Ningún negocio se les escapa, pero por lo menos en EEUU esta documentación se desclasifica” ironiza el autor de “Ainhoa”, contraponiendo esta práctica al secretismo de los gobiernos de España en temas como el 23F o la guerra sucia contra ETA. “Según se van desclasificando los documentos se confirma que la cocaína financió a la Contra nicaragüense y la heroína a los talibanes” sentencia Muguruza.
Afganistán es uno de los escenarios del cómic y la película. El músico y cineasta reivindica la olvidada “revolución afgana” de los años 80, que considera un movimiento “muy unido a la música y a la poesía”, emparentado con el sandinismo nicaragüense, y que también fue derrotado gracias a la financiación de guerrillas contrarrevolucionarias, en este caso de fundamentalistas islámicos. “Ya no hay música ni mujeres en las universidades” lamenta Muguruza sobre el retorno de unos talibanes que la propaganda anticomunista de los EEEU presentaba como “luchadores por la libertad” en películas de entretenimiento de los años 80 como “Rambo III”.
Muguruza también apunta que pese “a la imagen de transgresión y contestación” que la heroína adquirió entre la juventud rebelde de los años 60, cuando Lou Reed compuso una canción tan bella y sensual como “Heroin”, esta y otras drogas se usaron para destruir a movimientos revolucionarios como los Panteras Negras. ¿Se puede demostrar? ¿Existió esa misma política en la España de Felipe González? “Por lo menos en EEUU se desclasifica, aquí tenemos a Barrionuevo hablando con toda impunidad de su participación en el terrorismo de Estado” ironiza.
Sobre la visión que el cómic y la película dan de los años 80 en Euskadi y la violencia de ETA, el autor de “Ainhoa” explica que en el mundo social y cultural de la izquierda abertzale el debate sobre la legitimidad de las armas siempre existió, incluso en los momentos más duros, y se dio “en todas las cuadrillas”. Muguruza, un verso libre, crítico con ETA, y que protagoniza junto al socialista víctima de un coche-bomba Eduardo Madina el cómic “Los puentes de Moscú”, del asturiano Alfonso Zapico, apunta que incluso muchos de los que apoyaban entonces la lucha armada criticaban acciones por parte de esta que “fueron lamentables”.
Con respecto al debate sobre el relato que va a quedar de la violencia en el País Vasco, Muguruza pide matices, pero considera “un insulto” que un reconocido torturador franquista y colaborador de la Gestapo como Melitón Manzanas tenga hoy un lugar en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
¿Qué vendrá después de “Ainhoa”? “No lo se. Voy a cumplir 60 años” explica Fermín, que trabaja siempre en varios proyectos a la vez. Si será un cómic, una película o un disco, está por ver. “Soy un contador de historias” resume, restando así importancia al medio en que estas se cuenten. A estas alturas de la vida prefiere no hacer planes a largo plazo y no sabe si habrá una nuevo trabajo cinematográfico. De este se lleva un buen sabor de boca y una experiencia única: poder “revivir” como personaje de animación a su hermano Iñigo, fallecido en 2019.
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