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La música tiene desde hace años presencia constante en el festival Documentamadrid. El compromiso con la actualidad que lleva a gala el certamen es incomprensible sin la pequeña parcela que indaga sobre la incidencia de la música en la sociedad. La presente edición —que se clausura el día 8— culmina esta tendencia con una reivindicación total del arte sonoro, encumbrado como protagonista en la retrospectiva dedicada al cineasta aragonés Carlos Saura (1932) y, sobre todo, en el documental Nola? (2015).
El título del largometraje alude a una ciudad, un estado y una emoción que en el fondo son sinónimos: Nola son las siglas de Nueva Orleans, Luisiana, la meca del jazz, del blues o del cajún (la cultura criolla de raíces francesas que acompasa el ritmo de esta urbe sureña). Allí la música se disfruta con pasión. Su aeropuerto y su parque central llevan el nombre de Louis Armstrong. La vida y la muerte se celebran entre acordes. Es lógico que sea el escenario principal de un documental sobre música realizado por músicos.
Tras la cámara de Nola? se sitúa Fermin Muguruza (Irún, 1963), clásico de la escena musical vasca y asiduo activista filarmónico de izquierdas. Muguruza es, desde 2006, documentalista casi social. Sus trabajos cinematográficos conjugan mensajes políticos con sonidos eclécticos de dub, reggae, hip-hop o jazz, por citar tan solo algunas de sus preferencias. El músico y productor graba en Nueva Orleans de nuevo bajo su sello de autogestión Talka; Muguruza no simpatiza con la industria musical. Esta desconexión se percibe en la libertad con la que está planteado Nola?.
Un encuentro fructífero
Muguruza se empezó a interesar por la ciudad natal de Truman Capote en 2013, tras conocer, en el festival In-Edit (especializado en documentales musicales), a la guionista y directora Lily Keber. Ambos, a concurso en aquella edición —Muguruza con No More Tour, un repaso por varias de sus giras, y Keber con Bayou Maharajah, biopic sobre el genio tuerto “neorleano” James Booker—, congeniaron bien y rápido. Un par de meses después, Muguruza se trasladó a Nueva Orleans para enriquecer su bagaje musical. El resultado de este viaje fue el disco Irun Meets New Orleans y el documental Nola?, dos proyectos suplementarios e interrelacionados.
En sustancia, Nola? es un concierto de poco más de una hora en el que suenan 10 temas musicales, 8 del repertorio habitual de Muguruza más 2 adaptaciones “neorleanesas” (“Mess Around”, de Ray Charles, y “When I Die”, de Kermit Ruffins). La simbiosis entre los dos estilos y las dos culturas se produce con total naturalidad. Las canciones están bien implementadas, según un discurso social y político que ejerce de hilo conductor. Muguruza opta por cantarlas ante la cámara para asumir como propias las causas de sus letras y de sus premisas.
En los momentos sin música vehicular, el cineasta cede el testigo de la narración a numerosos músicos veteranos. Al hacerlo, el director logra una frescura que entronca con la misma esencia de “The Big Easy”, uno de los muchos sobrenombres coloquiales de la ciudad. Allí se improvisa un tipo de música genética, no escrita, transmitida de ancianos a jóvenes como una labor artesanal. Los distintos protagonistas se dejan llevar y comentan sus impresiones, el concepto que tienen de su arte, y también sus penas.
Una ciudad sumergida
Muchos de los entrevistados lloran por Nueva Orleans, aún convaleciente tras el huracán Katrina. En agosto de 2005 la ciudad se vio asolada. El 80% quedó sumergida. Los cercanos diques de contención del lago Pontchartrain, sobre cuyos márgenes se asienta la urbe, colapsaron y sufrieron fracturas que tardaron demasiado en ser reparadas. La falta de reflejos de las autoridades ahondó el caos y alentó los saqueos. Los soldados llamados a evacuar la ciudad, recién movilizados de Irak en su mayor parte, se comportaron como una fuerza de ocupación. Esta imagen de ciudad ocupada, asediada, fue asimismo transmitida de manera sesgada en boletines informativos de periodistas que jamás habían pisado Nueva Orleans. Más de 1.800 personas murieron, muchas de ellas debido a la carencia de una asistencia mínima. La tragedia devino catástrofe por culpa de la negligencia y las desigualdades económicas.
Muguruza y sus entrevistados señalan varios de los desmanes, políticos y administrativos, que surgieron a consecuencia del Katrina. Los músicos bajan al ruedo ciudadano al denunciar los excesos urbanísticos que, una década después, se han producido; resaltan cómo Nueva Orleans se recuperó gracias al apoyo de la solidaridad vecinal. Muguruza les deja explayarse porque necesita voces de gente que sabe de lo que habla, de habitantes y no de foráneos que fabulan de oídas.
Como en Treme, la serie post-Katrina de David Simon, localizada en el mismo escenario, Muguruza se empeña en mostrar el importante papel de los músicos en la reconstrucción de la identidad local. Como la serie de Simon, Nola? inicia su documental con imágenes de archivo que se suceden a gran velocidad. Y como en Treme, la música permea cada rincón.
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