Con los años que han transcurrido desde la disolución de Joxe Ripiau, creo que ya podemos considerar que los vascos han adquirido el estatus de banda de culto. Tal vez por eso se publica ahora una caja que incluye sus cuatro discos de estudio, debidamente remasterizados y en vinilo de 180 gramos. Sin duda era necesario recuperar el legado de un grupo que sirvió de referente a muchos otros como Obrint Pas, Dusminguet, Pomada e incluso Manu Chao.
“1996-2000” es un cofre del tesoro para los amantes de la música caribeña. Los hermanos Muguruza (sin Fermín en esta aventura más festiva y bailable) le dieron a varios palos tradicionales del otro lado del Atlántico: reggae, ska, cumbia, salsa y merengue. Pero lo más sorprendente de todo es que lo hicieron de maravilla sin usar guitarras y tampoco batería: Íñigo componía las canciones y tocaba el bajo, mientras que su hermano mayor Jabier le acompañaba con el acordeón. Incluso en muchas composiciones se pueden escuchar solos de acordeón, una auténtica anomalía para la inmensa mayoría de los estilos musicales dominantes.
A partir del año 1998, para los dos últimos álbumes del combo, el trío se ampliaría a cuarteto con la incorporación de Asier Ituarte y su trombón; Joxe Ripiau ganó entonces en profundidad y en madurez compositiva a lo largo de esos años, una evolución natural que se aprecia perfectamente en esta caja recopilatoria si se pinchan los vinilos en orden cronológico.
Mucho se ha escrito sobre los cuatro trabajos que publicó la banda vasca en los cinco años que tuvieron actividad: “Positive Bomb” (1996), “Karpe Diem” (1997), “Paradisu Zinema” (1998) y “Bizitza triste eta ederra” (2000). Como no quiero caer en la reiteración y tampoco en la nostalgia, en lugar de redactar una reseña completa de cada uno de ellos me limitaré a destacar a continuación un par de detalles de cada disco que me han llamado la atención especialmente.
Del primero, “Positive Bomb”, que fue el más fresco y, por qué no decirlo, el más simple a nivel compositivo, me quedo con la reinterpretación que hizo Joxe Ripiau del tema musical del Inspector Clouseau en “Clouseau Inspektorea”. En el segundo “Karpe Diem” las ganas de bailar que trasmite “Pedro Mayo” son muy contagiosas, pero las palabras recitadas del maestro Eduardo Galeano sobre la utopía en la final “Maracaibo” llegan al corazón del oyente.
Escuchamos luego “Paradisu Zinema”, un disco inspirado en catorce películas. Del que quizás es el trabajo más conocido de la banda vasca me sorprende el uso de otras lenguas que no son el euskera (castellano, inglés) y la sonoridad de la guitarra en “Missing”. Y llegamos al último, titulado “Bizitza triste eta ederra”, repleto de momentos memorables y profundos. La canción homónima, colocada estratégicamente como última al final del disco, desprende una belleza y una nostalgia difíciles de describir con palabras.
Esta caja con los cuatro trabajos de Joxe Ripiau editados en vinilo es un regalo de lujo no solo para sus fans de toda la vida, sino para todos aquellos aficionados al mestizaje musical. No se merece la nota más alta del 10 redondo porque no hay inserts, letras ni tampoco ningún texto explicativo, solo los cuatro vinilos y ya está, pero su música fue tan excelente que recuperarla en buenas condiciones era obligatorio.