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Argia ➝
Black is Beltza filmaren estreinalditik (2018) lau urtera, bigarren filmaren, Ainhoa, sortze prozesua kontatzen du dokumentalak. Amaia Jacksonen eta Fermin Muguruzaren arteko elkarrizketaren bidez, proiektuaren ertz guztiak ezagutuko ditugu: Iñigo Muguruzaren heriotzak nola baldintzatu zuen egitasmoa, finantziaketaren zailtasunak, ahotsak jarri dituzten aktoreak, animazioaren xehetasunak, produkzioari dagozkionak… Berriz ere artefaktu transmedia bat dugu eskuartean: filmaz gain, komikia, BSO-soinu banda eta ekintza paraleloak ditu, baita sorpresak ere bai, proiektu-amets hau posible egin dutenek elkarrizketa bidez azaldu digutena.
Egilea: Fermin Muguruza
Sudouest ➝
Dans le cadre de la promotion du cinéma espagnol, le directeur Fernando Ariza a convié le cinéaste Fermín Muguruza. Ainsi, samedi 29 octobre, au sein du programme foisonnant du Festival Huellas, on retiendra la deuxième avant-première de l’édition, avec le long métrage du réalisateur basque pour son dernier film d’animation à 21 heures à l’Albret. « C’est la fin de la guerre froide et la répression policière espagnole fait face à une nouvelle génération d’activistes basques ayant soif de musique et de liberté. » Trois ans après le premier opus, Fermin Muguruza réalise « Black is Beltza II : Ainhoa », qui raconte les aventures d’Ainhoa, la fille de Manex, héros du premier volet.
Hamaika ➝
“Black Is Beltza II: Ainhoa” filmak zineman segitzen du laugarren astez. Internazionalismoaz, feminismoaz… Iñigo anaiaz jardun dugu. Animaziozko fikziozko filma dokumentala dela esan genezake. Euskal Herriaren historia politikoa, kapituloka.
Infobae ➝
Es la tarde en el barrio de Congreso. Sobre la calle Hipólito Yrigoyen una persona está apoyada en la estructura de un kiosco cerrado. Escucha un rock estridente en una radio atada a un carro de supermercado lleno de ropa y bolsas de plástico. Una señora cruza la calle como si fuera un zombi. Otro grupo de personas se prepara para pasar la noche a la intemperie en la plaza. El músico y cineasta vasco Fermín Muguruza está sentado en la mesa del bar de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, al lado de un retrato del Che Guevara. El café y el agua lo trae la persona de prensa, desde un kiosco, porque el lugar está solamente abierto por Fermín. “Es un lugar al que siempre quiero volver”, dice. Hace más de veinte años que el cantante y líder de bandas punk rock como Kortatu y Negu Gorriak, que crearon una revolución en la música del territorio vasco, regresa a la Argentina.
Todo lo que hizo y que lo trajo hasta acá, con 59 años de edad, sigue vigente. Su música siempre fue un grito de rabia frente al fascismo y la exclusión social que provoca el capitalismo. La ropa negra, el pelo cortado al ras y los rasgos de su rostro pueden parecer duros y tajantes como su discurso, pero cuando habla del almuerzo y el vino que compartió con un amigo en el restaurante Cervantes, un clásico de la zona, el cuerpo se le ablanda y asoma una sonrisa.
—Tomamos Vasco Viejo. Salimos los dos contentos y felices.
Fermín se ríe. Es una risa ahogada, una risa oscura, una risa cínica, una risa con los dientes apretados.
—Me levanté de una siesta y me dije: “¿por qué tomé vino?”, pero lo más interesante en estos viajes es poder compartir con mi gente.
El artista vasco está en Buenos Aires para presentar su nueva película Black is Beltza 2: Ainhoa, que se estrenó oficialmente en el festival de cine San Sebastián en una fiesta en el velódromo de la ciudad para tres mil personas. El largometraje de animación para adultos, que es una coproducción entre España y Argentina, se sitúa en los años noventa y lleva a su protagonista, Ainhoa, una joven nacida en Bolivia, por un viaje alrededor del mundo en busca de respuestas acerca de los asesinatos de sus padres, involucrados con movimientos de liberación internacionales, desde Cuba hasta Palestina. Es un largometraje político de acción y aventura, que funciona como secuela de Back is Beltza, que puede verse en Netflix. La película, con una banda de sonido que reúne una selección del rock radical vasco como Barricada, Negu Gorriak, Kortatu, Rip, Cicatriz y artistas internacionales como The Pogues, se podrá ver en el cine Gaumont (Av.Rivadavia 1635) en dos funciones diarias a las 18.15 y 22 horas hasta el miércoles 26 de octubre. La avant premiere se realizó en el complejo Art Media con una fiesta gratuita con el espíritu del estreno internacional.
—Quise proyectar la película y que en el mismo sitio la gente se pueda beber unas cervezas y quedarnos allí, y encontrarnos con gente con la que compartí cosas. Me dio pena saber que murió Pipo, el director del Festival de Cine Árabe Latinoamericano. Puedo decir que el primer premio que se me dio en mi vida fue en la Argentina y me lo dio Pipo.
—Hace cuatro años me dieron un premio por todo mi recorrido musical en el País Vasco. Quieras o no cuando estás tan castigado a nivel censura y que en muchos lugares no puedes actuar, son cosas que reconfortan. Sabes que dan prestigio también.
A mediados de los ochenta, la música del grupo Kortatu con esa mezcla de punk rock y ska generó una revolución en el País Vasco con sus letras radicales en euskadi, que hablaban sobre la represión policial, la iglesia, la liberación sexual, la problemática de las drogas en las calles y promovían la rebeldía frente a la injusticia social. Himnos como “Mierda de ciudad”, “Don Vito y la revuelta del franopático”, “Nicaragua sandinista”, “Zu atrapu arte” y principalmente una de sus canciones más populares “Sarri, sarri”, (inspirada en la música de “Chatty Chatty”, del grupo jamaicano Toots and the Maytals y con una letra que hablaba de la fuga de la prisión de Martutene de dos presos condenados por su pertenencia a ETA), le valió la censura, pero terminó atravesando territorios, influyendo en el sonido de una nueva generación.
En los noventa vino a tocar con Manu Chao y formó parte de la semilla de lo que fue todo el movimiento del rock latino. Desde esa época conoció a mucha gente con su proyecto Negu Gorriak, su formato de Sound System después de grabar un disco en Jamaica, y las presentaciones de sus documentales Bass-que Culture (2006), Checkpoint Rock: Canciones desde Palestina (2009), Next Music Station (2011), una serie sobre la música de varios países árabes, No More Tour (2013), un documental sobre su propia gira, y Zinemira Nola? (2016), un registro de Nueva Orleans diez años después del Katrina. Con su nueva película Black is Beltza 2: Ainhoa, el músico y cineasta, no le habla solamente a los de su generación, los que crecieron, hicieron pogo o bailaron con temas encendidos y volcánicos, que causaron conmoción en el País Vasco, sino a las nuevas generaciones que siguen la cultura del comic, admiran autores como Robert Crumb, o pueden verse representados por la influencia del animé, o seguir películas de culto como Heavy Metal de Gerald Potterton.
—Nazco en el ‘63 así que todas las dictaduras, las nuestras y las de otros no nos son ajenas. Sabía que era el país del Che, el país de las Madres, de los desaparecidos, y luego teníamos la literatura, todo lo que conocíamos de Benedetti y Galeano con sus Venas abiertas de América Latina.
“Black is Beltza II: AINHOA”
—La música de Violeta Parra y mucho tango, porque yo tocaba el acordeón.
—En mi casa han sido muy musicales. Mis padres eran muy enamorados del acordeón. Nosotros tocábamos la cromática y todo lo que era Astor Piazzolla. Toda esa música nos llegaba mucho. El tango me parecía una maravilla.
—Fue en París. Ellos estaban tocando con Manu Chao, colaborando para el disco Casa Babylon. Fui a verlos y de repente me los encuentro ahí. Dos afros con dreadlocks medio punks al estilo londinense y me cantan una de mis canciones en euskera. Me quedé pensando, ¿qué esta pasando aquí? Ese fue mi primer contacto. En el ‘92, también, estuvimos tocando en México con Los Cadillacs.
—Nosotros entramos ahí cantando en euskera y éramos parte de ese reventón porque luego produje a Tijuana No, y ahí también colaboraron los Mano Negra y Todos tus Muertos. Teníamos mucha gente. Ahí agarramos el disco Casa Babylon de Mano Negra, el Dale Aborigen de TTM, Tijuana No con Transgresores de la ley, y los de Negu Gorriak. Estábamos todos en los cuatro discos de los otros. Son discos de cabecera de lo que estaba pasando en los noventa, donde reivindicamos las raíces de las músicas populares y lo mezclamos con rock, reggae, rap, o con expresiones más punk. Rompimos compartimentos y nos atrevimos a hacer lo que queríamos y encima todo funcionó. Vivimos esa efervescencia.
——Para nosotros una cuestión imprescindible es la transmisión y explorar vías nuevas para que se conozca lo que pasó antes. En primer lugar en el País Vasco y luego a nivel mundial. Están los que conocen esta historia y los jóvenes que no. Me gusta el concepto africano de los griots y su manera de transmitir la sabiduría de los ancestros a los jóvenes. Tengo 40 años en la música y el cine y atravieso a varias generaciones con lo que hago.
Fermin Muguruza (Foto: Mariana Eliano)
—Es que si haces un viaje al primer disco de Kortatu te vas a dar cuenta que la primera canción del disco es una canción basada en un comic, Revuelta en el frenopático. Después aparece la influencia del cómic undeground americano con Robert Crumb. En el segundo disco en el estado de las cosas hay una canción dedicada a Stefano Tamborini el guionista de RanXerox, que murió por una sobredosis de heroína, y en el tercer disco tenemos “After bolchevique” que es un cómic del País Vasco. Siempre está la referencia al cómic en toda mi música. Incluso el disco Brigadistas Sound System está todo dibujado por un ilustrador. Mi hermano y yo hacíamos nuestros cómics. Mi hermanos dibujaba y yo hacia los guiones y preparábamos las tiras de nuestros propios cómics.
—Queríamos llevar a nuestra protagonista al último concierto de Kortatu y cuando muere mi hermano decido darle vida a través de la animación no solo en el concierto sino también en un reportaje, que no queda aislado de todo el guión. En cada línea o frase se dicen cosas que tienen que ver con algo que pasara en la película, o incluso con lo que pasó en la anterior película como cuando se menciona Vietnam, o cuando los franceses empezaron a traer el opio de Saigón por los laboratorios que tenían en Marsella, o cuando hablamos de la desaparición de los 150 kilos de cocaína en mi país. Es un guiño a la gente que nos sigue y que sabe que nosotros con Negu Gorriak hicimos una canción (“Podredumbre”), por la desaparición de esa droga y que tuvimos ocho años de proceso judicial por eso. De alguna manera fue reivindicar la idea que tuvo siempre Kortatu de denuncia social, compromiso político, pero también de la defensa del aspecto lúdico del arte y disfrutarlo, celebrar la vida, e intentar reírnos de todo, incluso de nosotros mismos.
—Esa es la idea. A mí me encanta el hardcore y el punk rock, pero nosotros veníamos de otra onda, no sólo del punk sino de todo el revival del ska. Para nosotros, The Specials, The Beat, The Selecter, Madness, eran pura fiesta, pero a la vez eran bandas que reivindicaron el encuentro de culturas y que estuvieron en primera línea de fuego contra el racismo luchando contra el frente nacional en Inglaterra. Eso era muy importante.
“Black is Beltza II: AINHOA”
—La defensa de la fiesta popular es intrínseco a nosotros porque durante las dictaduras las fiestas eran una manera de juntarnos, de sabernos vivos, de cantar canciones populares a las que les dábamos un doble sentido que la dictadura no podía entender y nosotros sí. La defensa de la fiesta es una manera de decir que la fiesta hace comunidad y esa es una de las grandes estrategias que nos queda en este duro capitalismo en el que vivimos.
—Bueno, todos los discos que fui haciendo son retratos de una época, pero hay canciones que se cantan con la misma rabia como “Zu atrapu arte”, que tendría que tener un estudio de cómo se canta en diferentes países del mundo. La gente se la sabe en euskera y es una declaración de principios. Así comienza y termina la película. Esa canción no se puede seguir cantando sin rabia por todas las injusticias, por todo las revoluciones que no pudimos hacer, por las frustraciones, por no conseguir algunas cosas.
—Sobrevivir, conseguimos sobrevivir. Estamos aquí presentado una película que sirve de transmisión a futuras generaciones, y que sirve también para contar nuestra historia y que no la cuenten otros. Ganamos la palabra.
La Base [Diario Público] ➝ Anita Fuentes entrevista a Fermin Muguruza sobre su nueva película, Black is Beltza II: Ainhoa, que visibiliza las conexiones que existían entre el poder policial, la guerra sucia y el narcotráfico en los 80 y 90. Hablan sobre revoluciones, música, animación, feminismo, memoria colectiva y más.
Fermín Muguruza, uno de los grandes protagonistas del denominado rock radical vasco, recuerda que la última vez que estuvo en el local de Las Madres, en Congreso, había algunas mesas en el hall, como parte del café literario, donde se destacaba un gran retrato del Che con el cual se sacó una foto. Esas mesas ya no están y el cuadro ahora se encuentra en otra pared del lugar, cuyo fondo eligió para posar ante el fotógrafo de Tiempo, durante una charla que tuvo como eje principal la presentación de la película de animación Black is beltza II, Ainhoa, una coproducción vasco-argentina que ya está disponible en diversas salas de la Argentina.
El músico y realizador no dudó en solicitar hacer uso del sitio para recibir a la prensa y lamentó no haberse encontrado con Hebe de Bonafini, que se sigue recuperando luego de su internación. Se trata de una relación que nació hace décadas atrás cuando un joven Muguruza recibió, cual representante de su cultura, a una comitiva de las Madres que había ido al País Vasco a dar una serie de charlas. «Luego, en el 94, cuando vine a tocar por primera vez (con su banda Negu Gorriak), las visitamos, y después en el 96 me encontré con Hebe en México», rememora, y precisa: «Nosotros veníamos de visitar al Subcomandante Marcos en Lacandona y ellas iban.Nos hicimos muy amigos. La última vez que vine la pude ir a visitar. Es un vínculo histórico que siento que tenemos y por eso me parecía interesante reivindicarlo».
En esta segunda parte de Black is Beltza, Muguruza cuenta la historia de Ainhoa, un personaje de ficción que nació milagrosamente en Bolivia luego de que su madre sufriera un mortal atentado. La joven crece y se desarrolla en Cuba, donde conoce al clandestino escritor y poeta vasco Joseba Sarrionandia. A fines de los ’80, Ainhoa va al País Vasco, la tierra de su padre Manex, protagonista de la primera parte de la película. La trama, atravesada por un sinfín de hechos reales, está cruzada por espías, contrainteligencia, el uso y abuso de las drogas, que las grandes potencias ilegalizaron e introdujeron en los pueblos para financiar sus guerras sucias. Gran parte de la historia transcurre en geografías tan lejanas como Libia, Afganistán y el Líbano.
En la escena inicial se aprecia un recital que Kortatu, la primera banda musical de Fermín, ofrece en el penal de Martutene en mayo de 1985. Uno de los presos políticos que asistió al evento fue Sarrionandia, quien un mes y medio más tarde aprovechó otro recital de rock para fugarse escondido junto a otro integrante de ETA en un bafle. Kortatu, poco después, inmortalizó el escape con su mítica canción «Sarri-Sarri», un indiscutido himno que trascendió las fronteras del Euskal Herria.
–Podríamos dárnosla de haber organizado todo, pero no. Sin saberlo, más bien estuvieron ensayando la fuga con nosotros. Hicieron bien en no contarnos una acción de esas. Después, nos dimos cuenta de por qué iban y venían, nos pedían de llevar los instrumentos… Se dijo que habíamos estado implicados y algunos hasta creen que se fugaron en nuestro concierto (risas). Por eso en esta película podemos contar que esto no fue así. Fue muy importante, porque era un momento en el que prácticamente no había alegrías y de repente que haya una fuga, con el poeta nacional, y que haya sido tan musical, dentro de los speakers, tiene un componente poético impresionante, una bestialidad, por eso decidimos que había que hacer una canción que es una versión de «Chatty Chatty», de Toots and the Maytals, como una manera de homenajear a nuestra gran referencia.
Más allá de haber permanecido unos 30 años en clandestinidad en Cuba, como refugiado y protegido por la Revolución, Sarrionandia nunca dejó de escribir. «Como dice la película, cada año enviaba un libro y nadie sabía dónde estaba. Era la persona más buscada por los servicios de inteligencia españoles», cuenta Muguruza, quien confiesa que de manera casual, en el 98, conoció al poeta cuando quedó varado en la isla debido a un huracán, donde había ido a presentar una obra de teatro que incluía música industrial: «En esos cuatro días que quedamos colgados me dicen que alguien me quería saludar. Me llevan para Baracoa y de repente me encuentro con él».
A partir de ese momento tuvieron una relación secreta, artística, «que recién se hizo pública hace unos cinco años. Y él, ahora, hace dos que ya volvió al País Vasco, porque prescribió todo». El ex Kortatu y Negu Gorriak describe que el poeta tiene dos hijos que son muy amigos de los suyos. «Su niña se llama Ainhoa. Es curioso, pero no tiene que ver con esta Ainhoa. A él le encantó la primera película y que la protagonista se llamara así», dice, al tiempo que subraya que el nombre surge de su propia biografía: «Es un pueblo pequeño del País Vasco Norte donde se refugiaron mis abuelos después de la guerra civil y fue clave para todo lo que fue la resistencia francesa durante la ocupación nazi, porque desde ahí organizaban los contrabandistas para pasar gente, sobre todo pilotos ingleses que caían y volvían a Inglaterra», señala.
El debate de la acción directa y la violencia política se da varias veces en la película. «La lucha armada, incluso en los momentos en los de mayor convicción, siempre tiene esa contradicción de si realmente es el camino o no», destaca Muguruza. Es que los personajes discuten, en plena transición española, post muerte de Franco, la necesidad o no de los atentados. «Es una discusión que siempre tiene que estar presente, como dice uno de los protagonistas: la muerte es irreversible. Creo que es una reflexión que hacíamos en aquel entonces. Es bueno mostrar que esa discusión ha estado siempre porque quiere decir que nosotros nunca hemos sido como la gente que combatimos», añade.
En septiembre de 2019 falleció su hermano Iñigo, con quien compartió grupos musicales y prácticamente todas sus actividades. «Cuando murió mi hermano sentí que me moría, me costó muchísimo recuperarme y no lo he hecho del todo. Me falta una pierna pero puedo caminar. Esta película me sirvió de terapia para seguir recuperándome del dolor por su muerte», resume Muguruza, quien revela que para el film no contaron con el apoyo «del Estado Español, pero sí de Argentina. Eso para nosotros es puro orgullo. Somos vasco-argentinos, como El Che, que era Guevara, un apellido de origen vasco».
Dirección: Fermín Muguruza.
Guión: Fermín Muguruza, Harkaitz Cano, Isa Campo.
Voces: María Cruickshank, Itziar Ituño, Antonio De La Torre, Ariadna Gil.
En cines
El músico y cineasta vasco Fermín Muguruza, reconocido por haber fundado bandas de rock como Kortatu y Negu Gorriak, está estrenando en la Argentina su segundo filme de animación para adultos, “Black is Beltza 2 Ainhoa”, en el que combina sus dos facetas artísticas. La película se podrá ver en Rosario a partir de hoy, a las 20, en el cine Monumental (San Martín 993) con la presencia del director.
El film es la secuela de “Black is Beltza” (2018), disponible en Netflix. Esa primera parte transcurre en octubre de 1965 en Nueva York y cuenta los acontecimientos que marcaron la convulsa sociedad de mediados de los sesenta: los disturbios raciales derivados de la muerte de Malcolm X, las excentricidades de los personajes de The Factory, las alianzas entre los servicios secretos cubanos y los Black Panthers estadounidenses, entre otros.
“Mis películas son musicales, tienen un ritmo muy mío. De hecho, todo el diseño sonoro lo hago yo y entregué una animática con la música original que es algo que siento que motivó a todos los animadores de manera especial en las dos películas”, arriesga Muguruza.
El film es una coproducción vasca-argentina en la que la compañía rosarina Draftoon SRL se encargó de la animación. Este lazo con esa firma local explica que la película sobre las andanzas de Ainhoa tenga esta noche una función especial en el cine Nuevo Monumental.
Como prólogo a esta gira argentina, el filme tuvo su estreno mundial en el marco del 70º Festival de San Sebastián realizado en septiembre pasado, donde agotó las 3.000 localidades de una proyección al aire libre en el Velódromo de Anoeta.
“Ese día 23 de septiembre en una pantalla gigante de 400 metros cuadrados fuimos tres mil personas respirando la película al mismo tiempo y fue una maravilla”, evoca el compositor que antes rodó los documentales “Bass-que Culture” (2006), “Checkpoint Rock: Canciones desde Palestina” (2009), “Next Music Station” (2011), “Zuloak” (2012), un año más tarde codirigió junto a Daniel Gómez “No More Tour” (documental sobre su propia gira) y hacia 2016 “Nola?”.
Esa obra audiovisual referida a músicas de los márgenes y resistencias varias no dejaba entrever que Muguruza (nacido en Irún el 20 de abril de 1963) apostaría por torcer su rumbo cinematográfico hacia la animación, un cambio que atribuye a que “se trata de un formato muy joven y muy interesante porque es una manera de contar relatos de un modo que la ficción no te permite”.
“A mí me parece -desafía el rockero- que la animación puede mejorar los mundos que imagino y eso es algo que la ficción no puede darme aunque me considero un fanático de la ficción”.
La historia de “Black is Beltza 2 Ainhoa” se sitúa en la década del 80, siguiendo los pasos de la muchacha negra criada en Cuba que, a sus 21 años, comienza un viaje iniciático por el País Vasco como primer destino para conocer la tierra de su padre Manex.
En ese contexto donde la banda Kortatu da su recital de despedida con el repertorio de su cuarto y último disco “Azken guda dantza (“La última danza de guerra” en euskera), conoce a la periodista Josune y juntas trazan una travesía personal, violenta, pasional y política por Líbano, Afganistán y la ciudad francesa de Marsella en tiempos del final de la Guerra Fría.
Me pareció necesario mostrar las contradicciones porque nosotros vivimos en completa contradicción siempre, pero la idea también fue poder meternos en la dialéctica de la discusión que se daba entonces y se sigue dando ahora porque yo he vivido en toda ocasión conflictos también dramáticos y armados que he podido visitar porque no solamente soy del País Vasco y he vivido el País Vasco. Lo que muestra la película también forma parte de nuestra historia y tenemos que contarla porque también hay muchas cosas que fueron virtuosas y así como la resistencia armada puede servir para combatir el fascismo hay que atreverse a pensar en otras etapas de la lucha y, como me dijeron combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, “nosotros estuvimos expuestos a morir en la guerra y ahora estamos dispuestos a morir en la paz”.
Claro. Tenemos que explorar nuevas formas de combatir también la injusticia y por eso en la película mencionamos a Gladys del Estal, una jovencita que empezaba a intentar explorar vías de desobediencia y fue asesinada de un balazo por la Guardia Civil en Navarra mientras participaba de una sentada de protesta antinuclear en plena época de la Transición. Esto fue en 1979, tenía 16 años, ya muerto (el dictador Francisco) Franco, triunfa la revolución sandinista y sale “London Calling” de los Clash (risas). ¿Te puedes imaginar eso cómo le vuela la cabeza a uno? Sobreviví a todo esto y estoy haciendo esta entrevista contigo.
No va a haber otra animación por ahora porque necesito tomarme un tiempo de descanso. No tuve manera de dejar una semana libre desde que empecé hace cuatro años con esta película. Así que el año que viene, ya que en abril cumplo 60, tiene que ser un año de parón tras una vida que ha sido un movimiento frenético y de actividad. Hay momentos simbólicos y cumplir 60 años es como decir “llegué aquí, ¿no?”.
Nunca pensé vivir tanto en este mundo, pero por otro lado también me considero tan joven y no me doy cuenta de que tengo esa edad aunque me acuerde mucho de cada disco, de cada gira, de los países que visité y de las personas con las que estuve y que me marcaron.
Fermín Muguruza es punk y hace arte antifascista. Podría decirse de él que es un músico que hace cine de animación o historieta. También valdría la definición. Muguruza es también un referente del punk de los ‘80 de la península y del arte de la resistencia en el País Vasco con distintas bandas –notablemente Kortaku y Negu Gorriak-. De su producción reciente se conoce Black is Beltza, un cómic y película animada –disponible en Netflix- y sus correspondientes segundas partes: Black is Beltza 2: Ainhoa, que está llegando en estos días a las carteleras argentinas. En Buenos Aires se puede ver en el Gaumont (Av. Rivadavia 1635) desde el jueves, en Rosario en Cine Nuevo Monumental (Avenida San Martín 993) desde el sábado. Tanto la primera como la segunda parte contaron con el equipo de Draftoon, de Rosario, que en esta ocasión incluso asumió el papel de coproductora del film.
Si la primera parte seguía los pasos de Manex, un vasco que conocía de primera mano las luchas por los derechos civiles de Estados Unidos y otros países, en esta secuela el espectador conoce a Ainhoa, su hija, que viaja al País Vasco para conocer la patria paterna y toparse con los años de plomo de la ETA y distintas luchas civiles en Medio Oriente, además de la explosión del negocio de la heroína y la cocaína en todo el mundo. Muguruza está de visita en la Argentina y, durante su encuentro con Página/12 recuerda con cariño la publicación del primer cómic acá –y su presentación en el Espacio Moebius-, anticipa la salida del segundo y, claro, presenta el nuevo film animado.
-Imagínate que ya cuando salió el primer cómic lo fuimos a presentar a Guadalajara. Allá estuve con un trombonista que se lo leyó en una noche y a la mañana vino y me dijo “ahora tenemos que conocer la historia de la niña”. Y yo estaba “pero si ahora voy a hacer una película de esto, ¿cómo voy a poder pensar siquiera en hacer la de esta niña?” Pero era algo que me rondaba a mí también. Para mí era interesante pensar que en el relato si la niña cumplía 18 años ya estábamos en el ‘85 y con 21 ya estábamos en el ‘88, entonces llegábamos a la época de Kortaku.
-A mí me apasiona la historia de la humanidad. Los años 60 me interesaban mucho porque ya estaba yo en este mundo. Nos interesaba contar cómo funcionaba el racismo y la perspectiva de las revoluciones desde la perspectiva del País Vasco. Y toda la ficción está atravesada por los hechos históricos. Pero además en el hacer la primera película aprendí muchísimo. Imagínate que son cuatro años trabajando en eso. ¡Es un master! Ahí dije “ahora, con todo lo que sé, ¿voy a permitir que esto desaparezca como lágrimas en la lluvia?” Pues no, hay que hacer una segunda película y contar la historia de esta chica. Y nos vamos a ir al País Vasco, y ahí ya teníamos la presencia musica constante. Si en la otra película visitaba nuestro protagonista el Festival de Monterrey, en esta es ir al País Vasco y ver la “última danza” de Kortaku. Tenía la idea de contar esos años tan duros, los años de plomo, con lucha armada, con represión, con guerra sucia, escuadrones de la muerte y la introducción masiva de heroína que masacró a una generación entera, la mía.
-Es una película dura. Un thriller político, con espionaje y contraespionaje, quería que no supieras qué tipo de careta usaban los personajes. Y por supuesto hay un ejercicio de memoria histórica que para quienes hemos vivido esa época reconforta, pero no desde la nostalgia, sino desde el volver a pasar por el corazón. Pero todo desde la crudeza, las contradicciones, las discusiones que había en todo momento. Y luego desde la reivindicación del papel de la música.
-(Risas) Bueno, ¡de vez en cuando hay que decir alguna boutade! Muchas veces me preguntan “¿Tu qué te consideras más, cineasta o músico?” Finalmente, soy un músico que hace cine. Yo compongo una partitura. Pero incluso la realización de la película tiene que ver con el ritmo musical que imprimen las canciones, que son un personaje más. Con las melodías de las voces que pido a los actores y actrices. No les pido intensidad ni grito, sí melodía. Incluso todo lo que son los sonidos del folly, que acompañan las cosas, entran y salen dentro de esa composición musical. Hasta te voy a dar un detalle: hay un personaje que cuando aparece, suena una mosca (imita). Crea tensión, ni te enteras, es subliminal. Pero trabajamos mucho así. Y además con el estudio de animación buscando ser lo más eficaces posibles en cada plano, mezclamos muchas técnicas. Por eso me gustaría subrayar el trabajo de Draftoon de Rosario, que fueron imprescindibles, en esta segunda incluso fueron co-productores.
-Me gusta mucho esa apreciación, porque de la misma manera que Woody Guthrie se puso una pegatina en la guitarra diciendo “esta máquina mata fascistas”, nosotros teníamos una camiseta de “Black is Beltza. Este film mata fascistas”. Esto que hacemos nosotros de divulgación, de contar nuestro relato, de no dejar que otro lo cuente, precisamente por esa batalla de qué narrativa se impone. De la sociedad actual me interesa mucho fijarnos en Colombia. Es muy interesante que un país que nunca conoció la paz, porque las luchas de clases van a seguir, más en un momento tan cruento del neoliberalismo, han sido capaces de crear ilusión. Eso es algo imprescindible. Poder escuchar a Petro en la ONU con ese discurso, incluso hablando de legalizar las drogas. O a su vicepresidenta, que de repente ilusiona a la población indígena porque la van a recibir, siente la abrazan. Por supuesto tenemos el miedo de que los maten, directamente. Y del intento de ahogo que va a haber. Pero sí, la situación es desalentadora. Lo que ocurre es que hay una serie de revoluciones que se fusionan y a veces hay que pensar que la construcción de un mundo nuevo se detuvo por un instante. Pero caer en la frustración, o incluso en el escepticismo, que es la peor de las enfermedades, es algo que no nos podemos permitir. Nosotros tenemos que seguir siendo trovadores, decir que sobrevivimos a todo, que podemos seguir contando todo aunque nos quisieron callar miles de veces. Nuestra victoria es esa.
Redacción Canal Abierto | El músico vasco Fermín Muguruza se encuentra en nuestro país con motivo de la presentación de su nuevo largometraje Black is Beltza 2: Ainhoa. Al igual que su predecesora de 2018, se trata de un largometraje de animación. En esta ocasión es una coproducción vasco-argentina, realizada con la productora de animación rosarina Draft Toon Studio. El film será proyectado en el cine Gaumont a partir de mañana.
Muguruza tiene una reconocida trayectoria en el campo de la música a partir de su irrupción a comienzos de los años 80 con la banda Kortatu, emblema del incipiente rock radical vasco. Luego dio forma a Negu Gorriak, con el que comenzó su relación con nuestro país a partir de su visita inicial en 1994 y que se prolongó a través de la amistad y colaboraciones con referentes del rock alternativo local como Todos Tus Muertos, Las Manos de Filipi, Los Fabulosos Cadillacs y Actitud María Marta.
Ya sea en su histórica actividad musical como en su reciente faceta de cineasta, el activismo social y político recorre toda la obra de Muguruza. Desde la causa independentista de Euskera a la lucha contra todo tipo de fascismo, su arte estuvo siempre ligado a la solidaridad con diferentes luchas. La saga de Black is Beltza no es la excepción.
La primer entrega se ambienta en 1965. Partiendo de Nueva York, el personaje principal, Manex, recorre la contracultura de esa ciudad, conoce a los Panteras Negras, viaja a Cuba para ponerse al servicio del Che Guevara para culminar en Biarritz.
El film que presenta en esta oportunidad tiene como protagonista a Ainhoa, hija de Manex que, al igual que su padre, también recorrerá distintos parajes del planeta. El punto de partida es La Habana, y las paradas incluyen Euskera, Argel y Kabul entre otros destinos.
Con una elipsis de 25 años, la trama se sitúa en los finales de la guerra fría. A partir del recorrido de Ainhoa, se revelan acciones de los Estados Unidos en función del debilitamiento de su rival soviético como la creación de Al Qaida y el intercambio de armamento por heroína como forma de financiamiento de esa guerra sucia.
En un encuentro con la prensa argentina, Muguruza compartió detalles del proceso de producción de la película. “La historia de Ainhoa a la vez es nuestra historia. Porque Ainhoa nace en 1967 en Bolivia el mismo día en que matan al Che Guevara. Ella aprende misteriosamente el euskera con un también misterioso poeta vasco que se fuga de la cárcel y vuela al país vasco a conocer a sus ancestros”, contó Muguruza.
El músico y cineasta recordó que una vez concluida la etapa de escritura, empezó el momento de la financiación del proyecto. Y que ahí empezaron a aparecer las piedras en el camino: “Teníamos pensado que después de la primer película iba a ser mucho más sencillo, pues había sido muy difícil sacar la primer película. Solamente habíamos contado con apoyo vasco, regional como se llama allá. No había recibido ningún tipo de apoyo del Estado español. Y sacamos la película adelante con ese apoyo colectivo que teníamos de toda la gente que la quería hacer. Y de pronto la película estuvo en 50 festivales internacionales, se estrenó en el Estado español y en el Estado francés. Una plataforma china compró los derechos, Netflix se interesó para tener nuestra película en catálogo durante 10 años”.
“Todo eso hacía que nosotros pensáramos que con la segunda iba a ser mucho fácil, que nos iban a abrir todas las puertas y nos iban a decir ‘por favor pase, señor Muguruza, bienvenidos’. Somos soñadores y a veces pecamos de ingenuos. Pero también eso es lo que nos hace caminar, nos hace más fuertes, nos hace volver a levantarnos. Como decía el poeta (Fernando) Pessoa, tenemos que hacer de cada caída un paso de danza. Y eso es lo que hacemos nosotros, seguir bailando como los gigantes de San Fermín que si no bailan, están muertos”, sostuvo.
“Fue la primera vez que pensé que no iba a poder levantar un proyecto. También que esa fortaleza que siempre he tenido era más vulnerable tras la pérdida de mi hermano, ese compañero que siempre ha estado al lado mío. No había financiamiento. A pesar que digan que la animación española es estratégica. Pero a nosotros nos obligan a ser ciudadanos españoles, tenemos pasaporte español, tenemos obligaciones pero no derechos”, expuso el célebre artista.
“También recurrimos a la televisión española y nos respondieron de una manera muy peculiar: nos dijeron que no encaja en la línea editorial. Con lo cual nos están diciendo que hay una línea editorial concreta para difundir de manera audiovisual contenidos que no se salgan de la líneas rojas que están marcando la versión oficial de lo que se tiene que contar, de qué es lo que pasó en los años 80. Qué pasó exactamente durante la transición. Por eso salimos con todo lo que fue el rock radical vasco con gente como La Polla o Eskorbuto. Con todas esas bandas también contábamos esa otra historia oficial que no nos estaban contando”, planteó.
Fue ahí que el estudio Draft Toons, que ya había hecho la parte de animación en la primer película, se propuso como coproductora, algo que no suelen hacer, ya que sólo prestan servicios técnicos. “Ellos contactan a Hugo Castro Fau que se pone con la producción desde Argentina y de repente conseguimos la ayuda del INCAA. Así que esta es una película vasco-argentina que no tiene apoyo del Estado español, pero conseguimos ayuda del INCAA. Eso fue una revolución”, relató Muguruza.
“Fuimos consiguiendo una ayuda de un lado y del otro -continuó describiendo-. Tenemos un montón de productores asociados que son desde un estudio de sonido, el restaurante de los hermanos de Aitor Zavaleta que fue asesinado en Madrid, hasta una cooperativa cervecera”.
En tal sentido, subrayó que “este es un triunfo, el poder de la comunidad y de la gente que quiere hacer cosas y empuja. Incluso los actores se acercaron diciendo que querían estar en esto. Y no solamente actores vascos. Está el caso de Antonio de la Torre, que es uno de los máximos actores que tenemos. O Ariadna Gil, que incluso tiene un Oscar por Belle Epoque y está en primera línea en la actualidad, ya que es la compañera de Viggo Mortensesn”.
“Yo les planteé que participar en esta película después puede tener consecuencias. Sabemos que la extrema derecha, y me refiero también al Partido Popular, no me quedo sólo con VOX, va a intentar atacar a la gente que ha estado colaborando e irán por todos ellos. Eso hicieron con Itziar Ituño cuando hizo La casa de papel. Intentaron boicotear La casa de papel. Pero con tan mal resultado, que la serie se hizo mucho más popular de lo que era. Y hoy es una persona intocable. Esa es gente que vive en un pozo de víboras, pero pueden criticar todo lo que quieran que ya no hacen ningún tipo de daño”, aclamó.
En nuestro país, la película tuvo un preestreno a sala llena en el Complejo Art Media, que sirvió al artista para reencontrarse con su público y amigos de nuestro país. “Estrenamos en un lugar de 700 butacas. Eso es algo que me da un poco de… respeto… En primer lugar porque hay que cumplir con la parte técnica. Porque es una película muy buena. Acaba de ganar en festival internacional. Es el primer festival en que participamos y ganamos. Uno de uno. Y nada menos que el Festival de San Sebastián. Es uno de los cuatro que hay en Europa que es Categoría A, junto a los de Venecia, Cannes y la Berlinale. Y que nos hubieran propuesto estar ahí, y más precisamente en el Velódromo. Fuimos uno de los tres estrenos en ese lugar. Y el nuestro fue el único que agotó entradas 20 días antes”, celebró Muguruza.
El músico reconoció a Castro Fau como el responsable de ese evento: “Consiguió esta proyección de manera gratuita, sabiendo la situación que estamos viviendo aquí en Argentina. Hay mucha gente que no tiene plata para poder desplazarse y volver. Y hacemos una proyección gratuita. Cuando lo propuso Hugo, me pareció descabellado. Yo pensaba cobrar unos pesos para que haya algún control o tener una noción de la cantidad de gente. Y el insistió: gratuito”.
Consultado sobre la expectativa por el retorno a nuestro país, Muguruza vaticinó que “va a ser muy emocionante porque cada vez que vuelvo es como un encuentro. Las redes sociales son un termómetro. Ahí mucha gente hace un repaso de su vida que a su vez es la mía. ‘Yo te vi aquí, yo te vi allá, estuve en Banfield o en todos lados en los que he estado en Argentina’”.
Y vaticinó lo ocurrido al momento de la proyección: “Después, qué va a pasar cuando empiece la película. Yo creo que cuando empiece a sonar la gente se va a poner a gritar. Creo que en algún momento la gente va a aplaudir, y creo que al final de la película se van a poner de pie y alguno hasta llore cuando aparezca el fotograma con la imagen de mi hermano”.
Consultado por Canal Abierto sobre la relación de continuidad entre las historias de ambas películas, Muguruza contó: “Cuando sale la primera película estábamos muy influenciados por el trabajo de Hugo Pratt, Corto Maltés. De hecho hay guiños al Corto Maltés, hay unos guiños con el padre de Manex que era un brigadista internacional. Hugo Pratt hace que Corto Maltés desaparezca en la Guerra Civil Española, ya que acude allá con una brigada internacional a combatir contra el franquismo”.
“En esta vamos más allá, incluso hay un guiño al propio Corto Maltes. Podríamos haber seguido con una saga de historia, aunque no pudiéramos hacer películas si podríamos haber seguido con los comics en los que el protagonista fuera Manex. Pero decidimos que no. Preferimos hacer algo que en inglés ni siquiera sería una segunda parte, sería como un spin off”, explicó.
Y agregó: “me parecía interesante contar la historia de esta niña cuando cumple 21 años. Es una película independiente, pero sucede que sus padres son los que fueron protagonistas de la anterior película. Entonces tenía que haber una relación, un vínculo. De hecho hay muchas líneas que vamos tirando y que unen ambas películas. Al final es también una historia de aventuras, de venganzas, un thriller político en el que hay espías, porque estamos justo en el final en lo que se denominó la Guerra Fría”.
“Ainhoa es un vehículo para pasarla bien pero también para identificarte con ella. Hay que luchar contra las injusticias y a la vez también quiero bailar. Porque como dijo Emma Goldman, si no se puede bailar no es nuestra revolución”.
“Era muy importante que fuera Black is Beltza porque también hay una continuidad estética, aunque desde lo técnico acá hemos dado un salto técnico importante. Hay algún personaje de la anterior película que aparece en esta y hay mucha referencia a qué es lo que pudo pasar en ese momento. Qué pasó con el padre, qué pasó con la madre, porqué Ainhoa quiere buscar lo que está pasando en ese momento y tiene que ver con aquellas desapariciones. Por eso tiene que ser una segunda parte, aunque poco a poco quizá esta película pueda ser conocida como Ainhoa. En la proyección del Velódromo la gente salió con el puño en alto gritando gora Ainhoa, que quiere decir viva Ainhoa”, revivió.
Muguruza también brindó una reflexión sobre los nuevos modos de censura: “Esto es consecuencia de cómo hemos ido dejando espacios al neoliberalismo para que puedan morder más fuerte y tengan cada vez más ese poder de decisión. Hay nuevas maneras de censura. Ya no es censura explicita, que también la hay. En cuanto yo hago una declaración, enseguida van contra mí, contra la película. Pero ahora también se hace de una manera más sibilina. Hacen que no se vea. Muchas veces se hace con una llamada diciendo que ni se les ocurra programar determinada película. O buscan películas en el fondo de catálogo para poner y que no quede sitio para programar”.
“Hay una estrategia clara para que solamente se consuma un tipo de cultura. Es un proceso de infantilización del público. ‘Yo soy el padre y te voy a decir que puedes ver y qué no puedes ver’. Eso se lleva hasta las últimas consecuencias. Y eso es lo que estamos padeciendo”, agregó.
“A la anterior película, en el Estado español la vieron 20.000 personas en cine. Y sin embargo, en este cine de Madrid la fueron a ver 2.500 personas. Y no hay otro cine que la quiera programar. Simplemente a nivel comercial es muy sospechoso que una persona se niegue a programar una película que van a ver 2.500 personas. Hay una crisis de taquilla enorme después de la pandemia porque la gente tiene otro tipo de consumo televisivo o de cine a través de las plataformas. Entonces, si hay una película que lleva gente, lo normal es que la programes. Es muy sospechoso esto que pasa. Nosotros hacemos una campaña en la que decimos que tenemos que defender cada cine como si fuera una barricada”, concluyó Muguruza.
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