En la pasada edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastian tuvo lugar el estreno mundial de “Black Is Beltza II: Ainhoa”, la segunda entrega del proyecto de animación multidisciplinar dirigido por Fermin Muguruza. Fue nada menos que en el emblemático Velódromo de Anoeta y ante tres mil personas que vivieron el evento como si de un concierto se tratara.
Como su nombre indica, “Black Is Beltza II: Ainhoa” supone la segunda parte de esa película de animación que se estrenó ahora hace cuatro años. Sabido es que Fermin actualmente está más centrado en el cine, pero pocos son los que desconocen que lleva cuarenta años siendo un revolucionario trabajador de la cultura. Músico, cantante, compositor, productor, escritor, periodista, cineasta, director, guionista y mil cosas más, pero siempre con una visión personal, comprometida y crítica contra lo establecido, que además se reinventa y sorprende constantemente.
“Tengo claro que soy un músico que hace cine. Vengo del rock de combate, así que mi cine tiene que ser de combate”
Para hablar sobre “Black Is Beltza II: Ainhoa” –la película, el cómic, la banda sonora– y muchas cosas más, nos encontramos con Fermin, quien sigue igual o más dinámico que nunca.
Para quien no conozca nada del proyecto que te ha llevado ya doce años, ¿puedes hacer un resumen?
La primera parte de “Black Is Beltza” comienza en 1965. Los gigantes de la comparsa de San Fermín son invitados para participar en un desfile en la quinta avenida de Nueva York, en la feria del mundo, pero debido a la discriminación racial, prohíben desfilar a dos de los gigantes porque son negros. Este hecho histórico real me inspira para crear unos personajes de ficción, que son los porteadores de esos gigantes negros, que ante este hecho protestan, se rebelan e intentan que no desfilen los demás gigantes sin conseguirlo. A partir de ahí, inspirado por la saga de relatos de “Corto Maltés” de Hugo Pratt, empiezo a crear, alrededor de hechos históricos, otros momentos “ficcionados”. El protagonista, uno de los porteadores que se llama Manex, se queda en Nueva York y emprende un viaje que le lleva a Cuba. Allí le encargan una misión que es sacar a un pantera negra de Estados Unidos y refugiarlo, porque es susceptible de ser eliminado. En este viaje se enamora de una chica cubana, que está apoyando al Che en la guerrilla en Bolivia, pero muere en un atentado parapolicial. Milagrosamente nace una hija de ambos que se llama Ainhoa. Ella es la protagonista de esta segunda parte que ocurre veintiún años después, a mediados de los ochenta. Empieza cuando llega a Iruña para estar con su abuela, la madre de Manex y a partir de ahí, por una serie de circunstancias, viaja a Beirut, Kabul y Marsella.
Imaginamos que, al igual que en la primera parte, en la que Manex estaba presente en importantes momentos históricos al estilo Corto Maltés, como bien explicas, Ainhoa también lo estará.
Efectivamente, pero en esta ocasión la historia de Ainhoa está ambientada en una época vivida por mí. Por eso es importante subrayar que es parte de mi historia personal y que cuento una realidad que no es la oficial.
El que hayas podido hacer esta segunda película, quiere decir que pudiste recuperar lo invertido en la primera. Creo que habías puesto hasta tu casa como aval.
Sí, es cierto. Pero tuvimos la suerte de que llegó una plataforma como Netflix que se interesó. Ellos tienen dos líneas de actuación, una haciendo producción propia y otra de cesión de derechos de reproducción. Hicimos la cesión para que la pudieran distribuir durante diez años por casi todo el mundo. Esto nos salvó, aunque en los cines funcionó bien. Entre los espectadores de los cines, los más de cuarenta festivales en los que se presentó, junto con las más de cien presentaciones en todo el mundo, contabilizamos que lo habrán visto unas cincuenta mil personas. Para la producción de esta segunda parte hemos contado con la coproducción de los argentinos de Lagarto Films y Draftoon Studio. Sin embargo TVE nos dio el portazo y nos dijo que no entraba en su “línea editorial”.
Esta segunda película mantiene el estilo de animación de la primera.
Para mí era muy importante que las dos películas tuvieran un tronco estético común. Por supuesto que con la experiencia de la primera, la hemos intentado mejorar. Hemos aprendido a ser más eficaces con cada plano, con cada secuencia. También hemos intercambiado diferentes técnicas de animación, para sacarle rédito a cada plano, y aunque el estilo continúa y es identificable, técnicamente hemos dado un salto. Y a nivel de realización también.
Y de nuevo la banda sonora es muy importante. De hecho, afirmas que es como otro personaje más.
Sí, porque la parte musical es una reivindicación en la película. Porque con la música también estamos hablando de cine comprometido. Tengo claro que soy un músico que hace cine. Vengo del rock de combate, así que mi cine tiene que ser de combate. Ese fue el cine que me influyó. En todos mis discos vas a encontrar canciones con referencias a películas. Mis influencias también vienen del cine neorrealista italiano, de Pasolini, Bertolucci… Yo tengo que rodar como si la cámara fuera un arma. Tengo muy claro que, para aquellos que queremos cambiar el mundo, nuestra arma es la cultura.
“Todos hemos puesto el corazón para hacer esta película, todo el mundo, y estoy hablando de que hay más de doscientas cincuenta personas”
¿Podemos hablar de quien aparece en la banda sonora?
Está todo el batallón vasco de la época. Y para quien eche en falta alguno, hay muchos guiños en imágenes en la película. Si te fijas bien, aparece la portada de un disco de La Polla Records, hay una frase mítica de Hertzainak, un póster de Eskorbuto, un póster de Las Vulpes, o los MCD y, como no, también sale Víctor de Vómito. Están también Redskins y The Pogues, porque están muy relacionados con Iñigo y conmigo. Y por lo que respecta a la parte árabe, está la cantante palestina Amal Murkus (que ya estuvo en mi disco “Checkpoint Rock”). Entramos en el Líbano con Soapkills y su música electrónica con melodías árabes que surgió como reacción a la guerra civil. Tania Saleh con una canción tradicional, que trabajó con el hijo de la leyenda viva libanesa Fairuz. Khan Qarabaghi y Bakht Zamina, que cantaban al Afganistán socialista y que fueron asesinados por los fundamentalistas. También de Afganistán, Wajiha Rastagar que viene de la Revolución Comunista de Saur y vive exiliada en Alemania, pero que recoge la tradición afgana y con una voz increíble. Y Welatê Me del Kurdistán, con un tema muy folk.
En el cómic –publicado por Reservoir Gráfica– ha habido un cambio de ilustrador. Has pasado del argentino Dr. Alderete a la catalana Susanna Martín.
Tengo que explicar que el proceso lleva en marcha más de doce años. En 2014 salió el primer cómic, en 2018 la película y ahora en el 2022 han salido a la vez película y cómic. Cuando acabó todo mi trabajo para Al Jazeera sobre la música en los países árabes, me junté con Harkaitz Cano y trabajamos el guión con la idea de hacer un cómic. Contacté con Jorge Alderete, argentino que vive en México, porque me encantaba su estilo, él hizo todos los carteles del “CBGB mexicano” que es el Multiforo Alicia. Pero, para esta segunda parte, mi propuesta era que película y cómic tenían que salir a la vez. Le pasé a Susanna el guion y los personajes, para que se pudieran identificar con los de la película y que hubiera un hilo de conexión, pero quedamos que el planteamiento de cada secuencia fuera de su propia creación. Así que son dos trabajos que tienen estéticas diferentes, con un guion en común y que se complementan. Como he dicho antes, es cierto que en las dos películas se mantiene el estilo, sin embargo los cómics son independientes entre sí. El primero es más muralista, es menos narrativa de cómic propiamente dicha. Son dibujos completos al que se le añaden textos, de hecho es la primera novela gráfica que hacía Dr. Alderete. El segundo es puro cómic, que es el mundo de Susanna. Ella ha hecho antes trabajos sobre el movimiento feminista, sobre Nicaragua, sobre Palestina, así que era la persona perfecta para hacer a Ainhoa, porque maneja el lenguaje del cómic a la perfección. Y a mí me ha emocionado mucho como planteaba algunas escenas. Lo único que tienen en común los dos cómics, es que ambos son obras de arte.
Dedicas esta segunda película a tu hermano Iñigo que falleció en 2019 y dices que late con su corazón.
Todos hemos puesto el corazón para hacer esta película, todo el mundo, y estoy hablando de que hay más de doscientas cincuenta personas implicadas en el proyecto. Pero late con su corazón porque yo le estoy viendo a él en toda la película. No solo porque el primer personaje que sale es él, sino porque todo lo que va apareciendo tiene que ver con conversaciones que habíamos tenido. Tiene que ver con vivencias que nosotros compartimos. En la banda sonora salen canciones de Kortatu, de RIP, de Barricada, de Cicatriz y está clarísimo, pero si sale una canción de Redskins, estoy hablando de cómo creamos juntos la canción “Etxerat!”, o si salen The Pogues es porque fuimos con Iñigo a Burdeos a verlos y eso es Iñigo también. Todo tiene que ver con él. Por supuesto que la película tiene mi ritmo, que viene dado por la edición de las escenas, por la música y por la melodía de las voces, pero el latido es el suyo.
Iñigo también era muy fan del cine…
Los dos lo éramos. Nos gustaba mucho también la nueva ola del cine alemán. Nuestros favoritos eran directores como Wim Wenders o Werner Herzog. El nombre de nuestro primer grupo era “Kortatu o la cólera de los no elegidos”, y eso viene claramente de “Aguirre o la cólera de Dios” de Herzog. Iñigo fue a ver la primera parte de “Black Is Beltza” innumerables veces y siempre me decía: “Cada vez que la veo, encuentro algunas de nuestras conversaciones”. Ahí están muchos de nuestros referentes. Cuando Ainhoa dice: “De lo que veo, poco creo, de lo que me cuentan, nada”. Esa es una frase de “Pedro Páramo y el llano en llamas” de Juan Rulfo. Cuando Ainhoa se encuentra con la chica del Kurdistán le dice: “Halabja es la Gernika del Kurdistán”, esa es una frase que yo canto en la canción “Newroz” de mi primer disco en solitario “Brigadistak” y que componemos entre Iñigo y yo. Por eso late con su corazón, porque, sin que mucha gente lo sepa, hay constantes referencias a cosas vividas entre Iñigo y yo.
Creo que hay una anécdota que ha trascendido, que dice que os llamabais “Los Pollos Hermanos” [ndr: por el restaurante de comida rápida de la serie “Breaking Bad” que, realmente, era una tapadera para la fabricación y distribución de metanfetamina].
Una de las últimas entrevistas que me hicieron después de la primera película era en la radio y era de ese tipo en que meten a alguien que no te esperas. Así que de repente empiezo a oír a alguien que dice: “pollos… hermanos…”. Claro, era Iñigo. Allí contó toda esa historia personal entre él y yo. Resulta que los dos vimos a la vez “Breaking Bad”. Cada uno la veía por su cuenta y luego quedábamos para comentarla. Pero la forma de quedar para hablar de la serie, era enviarnos un mensaje que era “Pollos”. Esto se fue generalizando y cuando teníamos que hablar sobre cualquier cosa, nos mandábamos el mensaje de “Pollos Hermanos”, como chiste interno. Pero la historia cruda es que yo voy a Alburquerque a presentar la primera parte de “Black Is Beltza”. Aprovecho para hacerme toda la gira de las localizaciones de “Breaking Bad”, compro metanfetamina azul de caramelo, compro el delantal de “Let’s Cook Bitches” de Jesse Pinkman, compro la camiseta de Los Pollos Hermanos para regalársela a él y le envío fotos…. Y al día de hacer la presentación, me llaman avisándome de su fallecimiento. La devastación fue total.
Además poco después llegó la pandemia. ¿Cómo sobrellevaste todo ese tiempo?
Ha sido muy duro, pero, en los momentos de mayor desanimo, Iñigo ha sido una razón para seguir. La pandemia la pasamos en familia. Yo que era una persona que estaba muy en contra de la institución familiar, como institución represiva y reproductora de valores negativos…. de hecho esto lo canté, al final tengo que decir que lo más importante para poder sobrellevar el duelo ha sido la relación que hemos vivido mi compañera, mis dos hijos y yo. Ellos, junto a toda la comunidad de gente que me ha apoyado, han sido vitales para poder tirar adelante esta película. Hacerla ha sido una gran terapia.
¿Qué vas a hacer después de esto?¿Cuál es el futuro de Fermin Muguruza: más cine, conciertos?
El 20 de abril del año que viene cumplo sesenta años. Entonces lo decidiré todo.